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Alejo Rojas (O cómo perderlo todo en México)

Imagina que naces en Nejapa de Madero, Oaxaca. Un municipio donde 3,381 de sus 7,381 habitantes, el 45%, vive en condiciones de pobreza extrema.1 ¿La media nacional? 7.6% en 2016.2 Imagina también tu pueblo, imagina los hogares vacíos que te rodean todos los días, las familias rotas por el flujo migratorio hacia los Estados Unidos.3 En Nejapa no hay trabajo y lo que hay, apenas paga.

     Tú, campesino, obrero, peón, trataste de meter tus manos al mundo de la política. Te uniste al PSUM y después al PRD cuando Cárdenas defectó del PRI. Por un tiempo, inocente pensaste que el cambio podía emanar de las instituciones. Pensaste que tu voz podía ser escuchada.

     Un día, obtuviste un crédito del gobierno del estado. Tilapia y mojarra, hasta 24 toneladas por temporada, lo suficiente para obtener un ingreso bruto mensual de hasta 90 mil pesos4, lo suficiente para lograr escapar con tu familia de la trampa de pobreza que acosa a los mexicanos que nacen en el quintil más bajo de ingresos. La trampa que logra que quienes nacen pobres, mueran pobres5, sin conocer más que las carencias y la desesperación que se vuelven las únicas compañeras cotidianas.

     Imagina, poco después de que recibes el primer apoyo, los caciques locales te exigen un pago de quinientos mil pesos, casi el doble que la totalidad del apoyo que recibirás. Te amenazan, constantemente eres despertado por sus disparos al cielo en la noche, apenas duermes. “No se preocupe, el éxito siempre atrae la envidia” te dice un burócrata, tratando de calmarte. Tú le escuchas, realmente quieres creerle.

     A los días aparece la policía a aprehenderte junto a tu esposa. Son acusados de causar irreparables daños a un cultivo de papaya perteneciente a uno de los ejidatarios locales. Los suben a la patrulla, con sus asientos de frío plástico, y los transportan a prisión. Aún más, durante la redada, dos de tus compañeros son asesinados por las fuerzas policiales al servicio de los caciques.

 

Mientras tanto,

dos años transcurren

y tú y Alfonsina en la cárcel.

 

     Formalmente, no se les imputa ningún cargo, son  sólo unos más, sólo otras víctimas de la detención arbitraria en un país donde esto no es más que el pan de cada día, no son más que otra tragedia cotidiana.

   Y, eventualmente son liberados, tienen $23 pesos en la bolsa. ¿Su hogar? Transformado en ceniza. ¿Su terreno? expropiado. ¿Sus compañeros? muertos. ¿A dónde van? ¿Qué hacen en México dos ancianos después de ser ultrajados? Protestan frente a la Comisión de Derechos Humanos de Oaxaca, presentan su queja y esperan la resolución. Marcha tras marcha, huelga tras huelga, exigen justicia. Alfonsina y tú, solos, tan flacos que apenas una delgada capa de piel les cubre las costillas.

Y un día,

cruzando la carretera,

un automóvil la enviste

para darse a la fuga

 

     Y ella está tan débil, que muere víctima de las heridas. Y bien podrían haber muerto ambos, tú sólo estabas a pocos metros de ella.

Impotente, te tiras sobre la carretera.

 

Y te quedas solo y sin palabras.

     Desde entonces, Alejo ha protestado solo. Ahora, a pocos metros de una estación de policía y de los automóviles que recorren una de las vialidades más transitadas de la Ciudad de México. Ha hecho suya la banqueta. Él, su casa de campaña, algunas cubetas que usa como sillas y una tabla en la que pone los dulces y cigarros que vende a la gente que camina sobre la acera, hacia las oficinas y hacia las múltiples paradas de transporte público cercanas. El ruido, incluso a altas horas de la noche, es la única constante.

     Aún espera respuesta, la espera cada día al levantarte, incluso tras casi 10 días de huelga de hambre y tras 8 años de haber sido encarcelado.

“No es justicia para la gente vieja”, se dices a veces.

     De la Comisión Nacional de Derechos Humanos, o del gobierno de Oaxaca no sabe mucho. Todo trámite parece salido de una obra del Teatro de lo Absurdo, papeleo inútil que procede a ser pasado a través de los escritorios de decenas de burócratas, ninguno con la capacidad de ayudarle. Sigue esperando y sus huesos cada vez se cansan más, están cansados de exigir justicia y de las privaciones; han sido quebrados por la inacción de las instituciones y han sido triturados por la apatía que parecen generar en la gente.

     Las autoridades sostienen que son incapaces, que no hay presupuesto, que la queja sigue siendo procesada. Ésto, pese que el Artículo 4° de la Constitución Política del estado de Oaxaca, mediante el artículo primero del Decreto 1391 indique que las violaciones a derechos humanos deben de ser reparadas por el estado. De hecho, en flagrante violación al artículo segundo, que especifica que la deuda debe de ser también reparada a familiares (mencionando específicamente a las parejas de los afectados), algunas instancias han citado el hecho de que el terreno pertenecía a Alfonsina como un obstáculo para proceder con la reparación de los daños.

     Hoy después de cuatro meses de habitar su tienda de campaña, después de pasar uno de los inviernos más fríos en los últimos treinta años cobijado solamente por una delgada capa de lona y algunas pocas cobijas, sigue elevando la misma consigna a quien sea que la escuche. Sigue exigiendo justicia, sigue con esa sed, que a momentos piensa que no puede mas que ahogarlo. La sed que le hace girar y temblar noche tras noche, la sed que sólo puede expresar en su lema, garabateado en las cartulinas que han sido su única compañía constante, “La Justicia no se Mendiga, se Exige”. Hoy lo único que puede hacer es repetir lo que antes ha dicho y es frustrante, es monótono y es cansado recibir las mismas respuestas a las mismas preguntas, ver día tras día los mismos rostros que se siguen presentando incapaces de dar ayuda.

     Sin embargo, hoy, Alejo Rojas sigue exigiendo justicia con la misma fuerza y con la misma voz ronca. Sabe que es posible que lo siga haciendo por siempre, al menos así lo parece, pero la justicia, bien lo sabe, es lo único que puede sanar sus heridas.

  1. https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/Anexo-estad%C3%ADstico-municipal-2010.aspx.
  2. https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/AE_pobreza_2016.aspx.
  3. Nejapa se posiciona dentro de los 750 municipios con mayor Índice de Intensidad Migratoria http://www.conapo.gob.mx/swb/CONAPO/Indices_de_intensidad_migratoria_Mexico-Estados_Unidos_2010.
  4. http://www.economia-sniim.gob.mx/2010prueba/PreciosHoyPESQ.asp?prodC=895.
  5. El 36% de los mexicanos nacidos en el quintil de ingresos más bajos son incapaces de abandonarlo. Por el contrario, el 43% de aquellos nacidos en el quintil más alto permanecen en él durante su vida adulta. Sólo el 9.5% de los nacidos en el primero fueron capaces de alcanzar el quinto. http://movilidadsocial.colmex.mx/images/promoviendo-la-movilidad-rc.pdf.