Black Panther (o el pasado que nunca existió)

Pocas cosas afectan más nuestra vida diaria que el pasado. Como individuos y como miembros de grupos sociales, el “de dónde venimos” tiene un enorme papel en nuestra identidad y nuestro modo de proceder. Para cualquier sociedad definida, ya sea por etnia, religión, raza o una historia en común, el qué sucesos adoptar y cómo incorporarlos en un pasado compartido es tremendamente difícil. Las personas afroamericanas de Estados Unidos sufren de una desconexión con su pasado que considero influye en los maltratos que han sufrido en su país. A diferencia de sus compatriotas europeos o asiáticos, su vínculo con África y sus pueblos está roto, sus pedazos esparcidos por el Atlántico. Es un evento particularmente curioso que una película tan mainstream como es Black Panther consiga convertirse en una suerte de experimento sobre cómo adoptar ese pasado en la cultura afroamericana.
Más allá del éxito comercial o la exagerada violencia a la que este tipo de cine nos tiene tan acostumbrados, Black Panther tiene un tono político muy difícil de evitar. Los eventos de los últimos años han puesto a la luz del mundo que la lucha por los derechos civiles continúa siendo un tema complicado. Contar con una producción predominantemente negra en una película dirigida al público mundial, dentro una franquicia parte del soft power estadounidense, es una jugada riesgosa. Sin embargo acabó siendo una cinta que deja mucho qué pensar. Además, que los descendientes de África busquen un rey de alguno de estos países que los pueda representar y sea el símbolo de vínculo con su pasado no es algo insólito. Es exactamente lo que significó la coronación del rey etíope Halie Selassie I en 1930. Este evento llevó a la creación de una corriente ideológica llamada rastafarismo, representada en la cultura popular por el artista jamaiquino Bob Marley.
La historia es a grandes rasgos similar a las demás películas que exploran los orígenes de un superhéroes. Después de la muerte de su padre, el príncipe T´Challa regresa a su país de origen para ser coronado rey y enfrentar las responsabilidades que esto conlleva. El título de rey viene acompañado del de Pantera Negra. Este título es parte del mito nacional de Wakanda y tiene como función convertirse en el protector del país, además de una suerte de guía espiritual para su religión. Su país, la ficticia nación de Wakanda, es un paraíso tecnológico aislado del mundo entero. Debido a un metal particularmente valioso, la tecnología de su nación está adelantada por muchas décadas al resto del mundo. Resulta interesante, y personalmente conmovedor, la visión de una ciudad africana moderna sin ningún tipo de influencia occidental. Lo que quizás hubiera sido si se hubiese dejado al continene libre para crecer a su propio ritmo.
Creo el primer aspecto importante de esta película, en relación con el pasado afroamericano, es cómo se retrata Wakanda. Los modos de vestir y la estética del lugar en general se inspiran en la enorme diversidad cultural del continente. Si bien la mayoría de los esclavos venían de África Occidental, sus descendientes prefieren identificarse con todo el continente. Así, los atuendos masai de Kenia y Tanzania, el lenguaje Xhosa de Sudáfrica o las bufandas Tuareg del Sahara conviven en una escala más manejable. Es la primera vez dentro del cine comercial que veo un intento de retrato de África hecho con tanto detenimiento y que no depende enteramente de las tensas situaciones políticas que muchos de estos países tuvieran o continúan teniendo.
El segundo aspecto que resalta de la película es el antagonista principal. Este personaje, cuya identidad se mantiene como incógnita la primera parte de la película, es un hombre afroamericano que se asocia con un traficante de armas sudafricano. Me parece extremadamente peculiar que, siendo una película estadounidense, el único personaje negro que no es africano sea estadounidense. La nacionalidad de este personaje, además de sus motivos para justificar sus actos a lo largo de la cinta, sirve como contrapunto para la Pantera Negra. El conflicto de estos dos personajes es en gran medida ideológico. Dentro de la fantasía que esta obra propone, no se excluyen los números actos crueles y salvajes que ha sufrido África y sus personas en la historia. Sin embargo la presencia de Wakanda y su permanente aislacionismo la ponen en perspectiva. ¿Por qué un país de tal adelanto tecnológico y amplios recursos no comparte su prosperidad con los demás? ¿Dónde estaba Wakanda durante los siglos de trata de esclavos? ¿Por qué no ayudó a detener el genocidio del Congo belga o la invasión italiana a Etiopía? ¿Por qué no se preocupó por el bienestar de las comunidades negras alrededor del mundo? La respuesta que el villano da es por mero conformismo. Este personaje busca que estos males sean vengados de una vez por todas y mediante métodos radicales. Mientras tanto el protagonista debe de encontrar una manera de responder estas preguntas de una manera más pacífica y que no amenace las tradiciones de su pueblo.
Las dos visiones encontradas pueden verse dentro de un proceso dialéctico que culminaría en la conciliación del pasado con el presente. Por medio de este escenario de “¿Qué pasaría sí…?” la película reivindica la posición de los pueblos africanos en la cultura popular y deja una historia heroica que pueda ser tomada por las comunidades negras y puedan decir “esto es mío”. ¿Realmente importa que sea una historia de ficción? Yo creo que no. La historia de África ha sido menospreciada por muchos y eso se puede notar con la mayoría de cursos de historia universal de la educación básica. Las personas afroamericanas han tenido que construir su historia desde cero y han logrado muchas cosas. Personajes como Martin Luther King Jr. o Malcolm X significan algo para el mundo y son héroes modernos, admirables. Sin embargo creo que aun así falta una pertenencia más antigua, que pueda ser comparada a las mitologías de otros países. El nombre de Shaka Zulu no tiene la misma resonancia que el de Alejandro Magno y es probable que sea así por un buen rato. Por el momento deberemos conformarnos con las aventuras del rey T´Challa, las cuales no dudo vayan a inundar el internet de anuncios en cuanto anuncien la casi obligada secuela. Ojalá logren mantener este manejo de ideas en las siguientes producciones.
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