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La relación comercial con Alemania en el marco del vigésimo aniversario de la embajada de Berlín

La relación con Alemania en el marco del vigésimo aniversario de la embajada en Berlín

El pasado 22 de noviembre se conmemoró el 20 aniversario de la inauguración de la Embajada de México en Alemania. Para celebrarlo, se pretendía realizar una serie de eventos culturales y políticos que, por la pandemia de COVID-19, no se han podido llevar a cabo. Para no dejar pasar desapercibido el festejo, se tomó la decisión de realizar un programa cultural en línea que consta de una entrevista con el arquitecto Francisco Serrano y la publicación de dos libros. El acto virtual de aniversario se realizó por videoconferencia el 23 de septiembre. Contó con la presencia del embajador Rogelio Granguillhome, la directora del Instituto Cultural de México en Alemania Luisa Reyes Retana y los arquitectos Pirkko Petrovic y Francisco Serrano.

Las relaciones México-Alemania tienen su origen meses después de la reunificación en 1990, tras la decisión del gobierno alemán, en 1991, de cambiar su capital de Bonn a Berlín. La Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) convocó a un concurso para diseñar una nueva misión diplomática, misma que sería la primera embajada mexicana en Europa diseñada por arquitectos nacionales. En 1997 el proyecto de los arquitectos Teodoro González de León y Francisco Serrano fue adjudicado ganador, la construcción del recinto tardó 11 meses en completarse.

     Alemania es, en la actualidad, el primer socio comercial de México en la Unión Europea (UE) y el tercero a nivel mundial.[1] Desde la ratificación del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea (TLCUEM) en el 2000, el comercio entre ambas naciones se ha triplicado. Las categorías de productos alemanes que más se importaron a nuestro país en 2018 fueron los bienes de capital y maquinaria y electricidad.[2]  Por su parte, México centra sus productos de exportación a Alemania en el sector de transporte y bienes de consumo[3]. La necesidad de adecuar el tratado a las nuevas tecnologías y formas de comercio[4] llevaron a comenzar, en 2016, las mesas de negociación para la modernización del TLCUEM, que concluyeron el 28 de abril del 2020.La Secretaría de Economía tiene previsto que el nuevo  TLCUEM entre en vigor durante la segunda mitad del 2021, después de ser traducido a todos los idiomas de la UE[5]. Si bien es cierto que México mantiene un déficit comercial con Alemania de alrededor de 10 mil millones de dólares (véase Gráfica 1 y Gráfica 2), la modernización del tratado hace posible un incremento en el acceso a mercados europeos de productos agroindustriales, lo cual podría ser un recurso fundamental para la reactivación de la economía mexicana teniendo en cuenta que la UE es el segundo inversionista en el país[6]. Con el nuevo tratado, Alemania refuerza su posición como una alternativa confiable a la que se debería prestar más atención para diversificar las exportaciones nacionales, será cuestión de tiempo antes de saber si hemos aprovechado bien nuestras oportunidades.

 

 

[1] Rogelio Granguillhome (2019, 27 septiembre). México y Alemania, aliados en la industria y la economía del futuro. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Mexico-y-Alemania-aliados-en-la-industria-y-la-economia-del-futuro-20190927-0016.html

[2] World Integrated Trade Solution. (2018). Product Importaciones por México de Alemania 2018 [Productos de Importación por México de Alemania en 2018]. https://wits.worldbank.org/CountryProfile/es/Country/MEX/Year/2018/TradeFlow/Import/Partner/DEU/Product/all-groups

[3] World Integrated Trade Solution. (2018). Product Exportaciones por México a Alemania 2018 [Productos de Exportación por México a Alemania 2018]. https://wits.worldbank.org/CountryProfile/es/Country/MEX/Year/2018/TradeFlow/Export/Partner/DEU/Product/all-groups

[4] Gobierno de México. (s. f.). Modernización del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea [Infografía]. Modernización del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea. https://www.gob.mx/cms/uploads/image/file/593829/TLCUEM-inf_MODERNIZACION-20200722.jpg

[5] Saldaña, I. (2020, 28 octubre). México prevé que tratado de libre comercio con Europa entre en vigor a fines de 2021. El Universal. https://www.eluniversal.com.mx/cartera/mexico-preve-que-tratado-de-libre-comercio-con-europa-entre-en-vigor-fines-de-2021

[6] Gobierno de México. (s. f.). Modernización del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea [Infografía]. Modernización del Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea. https://www.gob.mx/cms/uploads/image/file/593829/TLCUEM-inf_MODERNIZACION-20200722.jpg

 

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La política exterior (feminista) mexicana

La política exterior (feminista) mexicana

En enero de 2020, la Secretaria de Relaciones Exteriores anunció la adopción de una política exterior feminista, cuyo objetivo es “reducir y eliminar las diferencias estructurales, brechas y desigualdades de género con el fin de construir una sociedad más justa y próspera”[1] y se distingue por “dar coherencia y congruencia, al enfocarse tanto al exterior como al interior”.[2] México se convirtió en el primer país en América Latina en adoptar una política exterior feminista; a nivel mundial, únicamente Suecia, Francia, Canadá y Noruega han adoptado políticas similares.

México es un país caracterizado por desigualdades de diversa índole: económica, social, política, étnica y de género. La mayor parte de las problemáticas señaladas en la Plataforma de Acción de Beijing aún son obstáculos para las mujeres mexicanas. Entre estas, destaca la pobreza. En 2018, el 42.4% de las mujeres en México estaban en situación de pobreza. En áreas urbanas residían 18.6 millones de mujeres en situación de pobreza, mientras que 8.7 millones residían en áreas rurales. Particularmente para las mujeres que viven en áreas rurales, esto implica mayores restricciones para acceder a derechos básicos como educación, empleo, servicios de salud, vivienda digna y participación política.[3]

El primer paso para resolver las problemáticas derivadas de la estratificación social es comprenderlas a profundidad; aquí yace la importancia de una política exterior feminista e interseccional. Es fundamental hacer un análisis que considere diferentes ejes de opresión, mismos que configuran las desigualdades. La interseccionalidad es una perspectiva metodológica que pretende comprender la manera en que se entrelazan distintos ejes de estratificación —género, clase, etnia, orientación sexual — y articulan no sólo la exclusión, opresión y discriminación, sino también el privilegio.

El análisis interseccional es útil para examinar fenómenos en específico, pues los ejes de opresión articulados relevantes para cada estudio de caso son diferentes. En contextos trasnacionales, las categorías y posiciones tienen distintos significados y niveles de relevancia; según el lugar, los ejes de estratificación tendrán implicaciones diversas.[4] Por ende, el desarrollo de una política exterior feminista en México debe distinguirse claramente de la establecida por sus contrapartes europeas, dado que los ejes que articulan la opresión no son los mismos. Este análisis también debe hacerse a nivel nacional, ya que las mujeres mexicanas viven la opresión de distintas maneras.

Es pertinente considerar los retos que enfrenta el ejercicio de esta política en el ámbito internacional. México podría convertirse en un actor relevante en la discusión sobre las problemáticas que aún deben ser resueltas en relación con los derechos humanos de las mujeres, en especial por ser el primer país en América Latina en establecer una política exterior feminista. El liderazgo internacional en materia de género es uno de los ejes que guían la política exterior feminista mexicana. Esto se ha reflejado en la participación de México en foros multilaterales. En la revisión del Programa de Trabajo de Lima sobre Género, la delegación impulsó temas de derechos humanos, igualdad de género, interseccionalidad y fortalecimiento de menciones de niñas y mujeres indígenas. En esta línea, hizo hincapié en la importancia de legislar para incluir la educación ambiental.

No obstante, hay un reto de mucha mayor envergadura relacionado con el impulso de la agenda de género dentro de foros multilaterales; se trata de su participación en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente para el periodo 2021-2022. Esta será la quinta participación de México en el CSNU, permitida por un amplio apoyo por parte de la comunidad internacional, ya que 187 Estados votaron a favor de la candidatura mexicana. México también fue electo para participar en el Consejo Económico y Social. Por primera vez, México participará en ambos foros de manera simultánea. Esto abre una ventana de oportunidad inigualable, así como conlleva una gran responsabilidad, para que la delegación mexicana haga aportaciones en temas de seguridad, paz y desarrollo. Esta agenda es aún más significativa al considerar los estragos económicos, sociales y políticos generados o exacerbados por la pandemia de coronavirus.

En su mensaje al Senado de la República, el embajador de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, aseguró su compromiso para que la perspectiva de género fuera incluida en los temas tratados en el Consejo de Seguridad.[5] Como se establece en los objetivos de la actual política exterior, se busca que haya coherencia entre el ámbito interno y externo. En este sentido, el gobierno de México recientemente sostuvo un diálogo con organizaciones como Inmujeres y ONU Mujeres México para la elaboración del Plan de Acción Nacional.[6] La creación del Plan se estableció en la resolución 1325, documento en donde el CSNU por primera vez analizó el impacto específico del conflicto armado en la vida de las mujeres. Esto es crucial en el contexto mexicano, en donde niñas y mujeres son víctimas de la violencia relacionada con la delincuencia organizada. La ausencia de una estrategia de seguridad pública eficiente está expresada en las observaciones finales que hizo el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer sobre el noveno informe periódico de México.[7]

En las observaciones también se menciona otro aspecto fundamental que México debe atender en línea con su política exterior feminista e interseccional: las medidas de asistencia y de protección de derechos humanos otorgadas a las migrantes. El porcentaje de migración internacional según lugar de destino está compuesto en un 84.8% por quienes buscan llegar a Estados Unidos.[8] A finales de la década de los años 1990, la migración de mujeres centroamericanas que querían atravesar el territorio para llegar a Estados Unidos ya era significativa. Las mujeres que son parte del flujo migratorio temporal principalmente trabajan como jornaleras agrícolas, trabajadoras domésticas o trabajadoras sexuales.[9]

Dada la importancia de los flujos migratorios hacia México es que la protección a las migrantes debe ser prioridad para la política exterior. En las observaciones del Comité también se hace explícita la necesidad de abolir la detención sistemática de las migrantes, extender el Programa Piloto de Cuidado y Acogida Alternativa a todos los estados, garantizar el acceso a procedimientos de determinación de la condición de refugiado que sean eficientes y con perspectiva de género, el respeto a los derechos de las migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo a servicios de salud, vivienda y empleo, asistencia psicológica, educación y participación en asuntos públicos. Asimismo, se deben investigar los casos de desapariciones forzadas y que los responsables sean sancionados acorde a los delitos cometidos.[10]

Además de los diversos retos que enfrenta México en el ámbito internacional, es importante no perder de vista que el gobierno de la ‘4T’ ha desestimado y negado la violencia sistemática a la que estamos sujetas las mujeres mexicanas y que se ha agravado en el contexto de la actual crisis sanitaria. Por ende, no han establecido estrategias que aborden el problema de manera adecuada. La distribución de un Decálogo en contra de la violencia hacia las mujeres parece más una burla que una estrategia, así como el recorte presupuestal a instituciones como Inmujeres, la impunidad permitida ante el incremento de feminicidios a nivel nacional o la militarización del país con el despliegue de la Guardia Nacional, hecho que también ha afectado a las migrantes. En estos dos años hemos observado retrocesos para combatir la desigualdad y violencia de género. Más allá de las estrategias que la Cancillería pone en la mesa, este gobierno nos ha fallado. Es difícil creer que una política exterior mexicana realmente es feminista cuando no hay congruencia con las políticas públicas nacionales. El mismo presidente ha repetido que ‘la mejor política exterior es la interior’ … ¿o cómo era?

 

[1] Secretaría de Relaciones Exteriores, “La Política Exterior Feminista del Gobierno de México”, septiembre de 2020, p. 4, disponible en https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/576095/Presentacio_n_PEF_baja.pdf.

[2] Loc. cit.

[3] INEGI e Inmujeres, “Mujeres y hombres en México 2019”, p. 209, http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/MHM_2019.pdf.

[4] Julia Roth, “Entangled Inequalities and Intersectionalities”, 2013, https://www.desigualdades.net/Working_Papers/Search-Working-Papers/working-paper-43-_entangled-inequalities-as-intersectionalities_/index.html.

[5] Canal del Congreso, “Embajador Juan Ramón de la Fuente se reúne con senadores, tras incorporación de México a Consejo de Seguridad de la ONU”, 18 de junio de 2020, https://www.canaldelcongreso.gob.mx/noticias/13367/Embajador_Juan_Ramn_de_la_Fuente_se_rene_cn_senadores%2C_tras_incrporacin_de_Mxic_a_Consejo_de_Seguridad_de_la_ONU.

[6] Instituto Nacional de las Mujeres, “Gobierno de México involucra activamente a las mujeres en la construcción de la paz y seguridad”, 13 de octubre de 2020, https://www.gob.mx/inmujeres/articulos/gobierno-de-mexico-involucra-activamente-a-las-mujeres-en-la-construccion-de-la-paz-y-seguridad?idiom=es.

[7] Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, “Observaciones finales al 9o Informe de México ante la CEDAW”, 9 de octubre de 2018, https://www.gob.mx/conavim/documentos/observaciones-finales-al-9o-informe-mexico-ante-la-cedaw?state=published.

[8] INEGI, “Distribución porcentual de la población emigrante internacional por país de destino, 2014 y 2018”, https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?px=Migracion_06&bd=Migracion#variables.

[9] ONU Mujeres y El Colegio de México, “Características sociodemográficas y laborales de las trabajadoras migrantes”, en Las trabajadoras migrantes en la frontera sur de México, 2015. Disponible en http://imumi.org/trabajadorasmigrantes/assets/dato1.pdf.

[10] Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, op. cit.

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La lucha por el alma de la Unión Americana. ¿Después de noviembre qué?

La lucha por el alma de la Unión Americana. ¿Después de noviembre qué?

El ocho de noviembre del 2016 Donald Trump hizo entrar a la unión americana en estado de shock. Su victoria fue una fuerte sorpresa para ambas partes. No solo para los barrios más demócratas de los estados azules quienes, sustentados en varios análisis, predecían con 98% la probabilidad de una victoria de Clinton.[1] Sino que, para el mismo equipo de Trump, quienes ya estaban buscando su siguiente fuente de ingreso.[2] Ahora, cuatro años, miles de protestas, una pandemia y cientos de post—mortems después, la sombra de aquella elección vuelve en una forma diferente.

         Hoy, a tres días del fin de la jornada electoral, la discusión pública no gira únicamente en torno al margen de error de las encuestas (que fue decisivo en la mala orientación que hubo hace cuatro años), ni a las distintas tendencias generalizadas en distritos particulares (que entonces, curiosamente, fue de donde surgieron varios focos rojos —más tarde ignorados— para la campaña de Clinton). Sino, la discusión que ha surgido —en parte de manera deliberada— es, más bien, sobre el significado y las implicaciones más allá de las elecciones. Dicho de otra manera, sobre quién o qué representa verdaderamente al pueblo americano.

            La respuesta a la pregunta anterior puede encontrar fácilmente su respuesta en quién sea que la responda. Trump, como el empresario “exitoso”, fanático de McDonalds y con una deuda gigantesca[3] o Biden, como el político de “la clase trabajadora”, con sus conocidos gaffes y que ha liderado a su país a varias guerras.[4] Ambos personajes pueden parecer respuestas satisfactorias a mi pregunta. Sin embargo, quiero esgrimir que, a pesar de lo que podría parecer, la respuesta no se encontrará inmediatamente cuando se acaben de escrutar las boletas. En cierto sentido, el escrutinio electoral es más bien un paso más en la lucha por el alma de la unión americana. Combate que no terminará el tres de noviembre en la noche (o cuando sea que se determine el ganador). Pues, en realidad, la lucha por su espíritu continuará (como lo ha hecho) una vez tome protesta quien sea que gane.

            Como dije anteriormente, Trump llegó a provocar un cisma en ambos lados. No solo para las élites demócratas quienes perdieron dramáticamente la carrera presidencial, también para las élites republicanas, quienes vieron un rechazo popular a los postulados ideológicos a los que tanto se habían atenido. Incluso habiendo ganado, los “clásicos” republicanos habían perdido.[5] Desde un primer momento, el establishment se quebró y la búsqueda por un nuevo significado de lo que implicaba el ser americano para el pueblo, según las élites, comenzó.

         Cuando comenzó la carrera presidencial del 2016, un término que se usó sin fín para describir a Trump fue el de populista. Al finalizar esa elección, Trump no solo se había apropiado de ese concepto, sino que, con el mandato del colegio electoral, también lo había hecho del pueblo. El (supuesto) multimillonario había logrado conectar con el obrero del cinturón de hierro. Se había logrado relacionar con un malestar que, por acción u omisión, estaba completamente relacionado con lxs Obama, con lxs Clinton, con lxs Bush y con el establishment norteamericano. Se configuró como el arquetípico populista capaz de manejar, como si fuese su propia voluntad, la intención del pueblo. En cierto sentido y contra (casi) todo pronóstico, se apropió de lo que significase el espíritu americano.

         Cuatro años, muchas promesas fallidas, una crisis sanitaria, otra crisis económica y un impeachment han pasado. De alguna manera, esta conexión entre personajes se mantiene. En parte, gracias a una respuesta de las élites demócratas concebida como ineficiente por su tradicional electorado.[6] Sin embargo, el apoyo que drásticamente y de último momento, los grupos obreros le otorgaron a Trump, ahora se está desvaneciendo. Los problemas provocados por el antiguo régimen y a los que el número cuarenta y cinco había prometido una solución, no solo se mantuvieron, sino que se agravaron. El presidente más que liderar un movimiento del pueblo que cambiara a todas las élites y “limpiara el pantano”, terminó abrazándolas.

         El espíritu americano que parecía haber sido reclamado por los desafectos de las clases obreras, se vio quebrado una vez más. Ahora, para estos grupos que, decepcionados con el partido demócrata, dieron paso por votación u omisión a Trump, las opciones se volvieron más estrechas. La candidatura de Biden podría parecer la respuesta lógica a la campaña de re–elección del presidente. El ahora candidato demócrata resalta de lxs demás personajes del establishment al posicionarse en contraposición a las figuras tecnocráticas del partido. En esta ocasión, su separación técnica y de clase (por la concepción del Working Class Joe) le auxiliaron para reconectarse con un sector separado del electorado.

         No obstante, esto no quita responsabilidad al establishment que ahora busca regresar a la Casa Blanca. En ese sentido, Joe Biden, por más working class que sea, sería solo un medio para ellxs. Una fachada de clase trabajadora para las élites blancas bien educadas que quieren, desesperadamente, regresar al poder. Para ellas, la lucha por el alma de la Unión Americana puede ser algo retórico, pero para muchos votantes no lo es. Pues por un lado, Trump ha rebelado un rostro desagradable de lo que puede significar (y ha significado) el ser americano; un rostro que expresa motivos infinitos de sexismo, de racismo, de clasismo, de homofobia, de la continuación, acrítica, de una cultura de celebridad y el mantenimiento de un sistema de capitalismo tardío. En otras palabras, de lo que se puede percibir como sus peores características o de lo que (creen que) son. Por otro lado, para estos votantes deshauciados, el actual presidente solo es la conclusión lógica de un sistema que ha fallado constantemente y aunque podrían estar en contra de sus métodos, apoyan lo que perciben como un luchador, en cierta medida exitoso, cuando nadie más lo ha hecho. Puesto de otra manera, representa sus mejores características o lo que podrían ser.

         Asimismo, la candidatura de Joe Biden podría interpretarse de dos maneras similares. En un sentido, al enfatizar la búsqueda de dignidad y civilidad, de una paz negativa (como lo pondría Marthin Luther King Jr en su carta de Birmingham), se podría entender su candidatura como la del regreso de los moderados blancos. De lo que alguna vez fueron, antes de Obama y Trump, antes de la política y de los políticos polarizantes. En otro sentido totalmente distinto, algunxs liberales han insistido en que Biden representa, más que un retorno, un paso hacia adelante. Esta es una postura que ve a Trump como una aberración, como un outlier de la historia y de esa manera Biden representa a un medio que jalará al resto de país al futuro, a un futuro sin brutalidad policial, sin sexismo sistémico que considere a las clases bajas. Biden es, más bien lo que serán.

         Francamente, creo que un análisis de la elección que considere a una sola de esas posturas es un análisis que necesariamente será errado. En parte, porque sería ignorar las distintas realidades que nos han puesto en el contexto donde estamos. Sí, Trump representa lo que la unión americana es y sí Biden representa lo que alguna vez fue. Pero es innegable que, al mismo tiempo, Trump se postuló como el resultado de lo que fue, para convertirse en un bastión de esperanza para comunidades que ya no tenían y Biden, a su vez, plantearía cuando menos un mínimo avance hacia la realidad que hoy viven. Trump es una transgresión, sí. Biden es parte del sistema, también. Todas pueden ser ciertas; ya que las dos son caras distintas de una sola moneda americana que, yo creo, ha perdido valor.

         Ambos representan la normalidad americana y si algo nos ha dejado en claro la pandemia, es que dicha normalidad no puede permanecer igual. Por más que se desee regresar a lo realidad de cuando America fue grande (como quieren decir los hiper–fanáticos de Trump) o volver a una era de civilidad (como proponen los hiper-fanáticos de Biden), es importante declarar su imposibilidad pues ambas fueron erradas. Pues ambas nos trajeron aquí. La primera, al imitar a Hoover y no hacer nada durante una de las crisis económicas y sanitarias más graves de sus tiempos. La segunda, al seguir la advertencia de MLK casi al pie de la letra (nuevamente en la carta de Birmingham) y continuar de manera devota un seguimiento al orden, antes que a la justicia. 

           Después de que se cuenten las boletas, la disputa por la unión continuará. De manera distinta a como lo ha hecho hasta ahora, pero lo hará. La forma que tomará es incierta, pues nada puede permanecer igual. Por más que sea deseada, la normalidad no es (ni fue) viable. El modelo liberal de la pos–guerra fría, en múltiples sentidos se ha agotado. Ese modelo del que ambos personajes son reminiscentes, no ha funcionado y continuar sin un cambio es ignorar la realidad que lo demanda. El combate por el espíritu de la unión, es también el combate por ver a quién responde el sistema, en favor de quién funciona la realidad. En ese sentido, como lo propone la representante Ocasio-Cortez, si la vida de las personas normales no es diferente, si no ven que el gobierno comience a funcionar en su favor, hay miles de Trumps en espera. Puesto en otras palabras, si el espíritu de la unión americana no logra responder a las demandas de lxs desafectxs, los cambios a llegar serán imposibles de concebir.

       

 

[1] Jackson and Hooper, “2016 President Forecast.”

[2] Kranz, “Convinced Trump Would Lose, Kellyanne Conway Interviewed for News Jobs”; McCaskill, “Trump Tells Wisconsin: Victory Was a Surprise .”

[3] Buettner, Craig, and McIntire, “Trump’s Taxes Show Chronic Losses and Years of Income Tax Avoidance .”

[4] Politifact NC, “Fact Check: Did Biden Support Wars in Iraq, Serbia, Syria and Libya?”

[5] NBC News, “Ted Cruz Booed At Republican National Convention .”

[6] Ruhle, “Undecided Black Women Voters Call out Joe Biden for Taking Their Vote for Granted.”

 

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Migrantes mexicanos o migrantes a México

Migrantes mexicanos o migrantes a México

En 2018 se volvió tendencia la noticia de que migrantes latinoamericanos estaban siendo “enjaulados” cuando entraban a Estados Unidos. En México, esta noticia resonó mucho por la cercanía de ambos países y debido a que la mayoría de los inmigrantes mexicanos se van a Estados Unidos, incluso hay gente que trabaja allá para mantener a su familia que sigue en México. Uno de los actos más difundidos fue que los niños fueron separados de sus padres y puestos en “jaulas”. La instalación de migración en Texas es conocida como “La Perrera” por los inmigrantes debido a las jaulas que dejaron de albergar sólo adultos y ahora tenían también niños separados de sus padres[1].

 A pesar de que, ciertamente, son reprobables los tratos hacia los migrantes en la frontera norte, no consideramos (no siempre al menos) la forma en la que México, históricamente, a tratado a los migrantes. A demás de todo lo que los migrantes viven en su trayecto por México para alcanzar el sueño americano – agresiones físicas, violaciones, hambre, sed, maltrato, etc.- los que se quedan, tampoco han sido siempre tratados con calidez. En este caso, me refiero a los migrantes chinos de la primera mitad del siglo XX.

Entre el 11 y el 15 de mayo de 1911 en Torreón, Coahuila hubo una matanza de chinos por los maderistas. El libro Jamás, nadie de Beatriz Rivas cuenta, desde un punto de vista personal, la experiencia de un joven chino que ve morir a sus parientes a manos de mexicanos. Aunque la de Rivas es una historia ficticia, los hechos fueron ciertos. Lo grave no es sólo el trato a los migrantes, sino las actitudes arraigadas que están en el fondo. Hoy, nos quejamos de las frases de Trump sobre los mexicanos, en específico, pero debemos recordar frases como “chinos cochinos”, con que mexicanos acosaron a los chinos durante años, aun después de la Revolución Mexicana. Los negocios chinos eran despreciados, ellos mismos eran excluidos (en ciertos estados más que en otros) y, en ocasiones, hasta perseguidos[2].

Si suena conocida la frase “no se admiten negros”, debemos saber que en locales mexicanos en el siglo XX (sí, el siglo pasado) había carteles en los que se leía “No se admiten chinos”; si suena familiar la Ley de Pase que se les impuso a los Bantúes en Sudáfrica durante el Apartheid o la creación de los Townships (barrios solo para negros) del mismo periodo, en México se crearon la Ley 27, que establecía barrios chinos delimitados y las leyes 100 y 113, que establecían la necesidad de una tarjeta de identificación para los extranjeros[3]. Y, para demostrar la xenofobia que existía en el país se puede citar a José Vasconcelos que escribió: “todos los pueblos del mundo tendrán que agradecer a Mussolini y a Hitler el haber cambiado la faz de la historia”[4].

Esta frase que se ha usado tanto para referir al desprecio hacia los latinos en estados Unidos: “nos quitan nuestros trabajos”, fue usada en México para referirse a los chinos. Hoy lo hemos olvidado, pero se pensaba lo mismo de ellos aquí, que lo que se piensa, hoy, de nosotros en Estados Unidos.

 

[1] BBC News Mundo, “Cómo son las “jaulas” donde Estados Unidos pone a los niños hijos de inmigrantes indocumentados que llegan a Texas”, BBC News, junio 18, 2018, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-44528183.

[2] Rivas, Beatriz, Jamás, nadie, (Ciudad: Alfaguara, 2017).

[3] Rivas, Jamás, nadie, pp. 128-129

[4] Rivas, Jamás, nadie, pp. 140

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Rebeldía dentro de Europa: rechazo a seguir el ejemplo

Rebeldía dentro de Europa: rechazo a seguir el ejemplo

To me, today, Europe, and a fortiori, the West, is not a reality sui generis.

It is a delusional fantasy, a false consciousness,

 at the full service of an imperial hegemony.

Hamid Dabashi, Europe: A Mobile Army of Metaphors[1]

 

La caída del muro de Berlín anunció el final de la Guerra Fría e inauguró el inicio de una nueva era de liberalismo y democracia, o eso fue lo que nos contaron. El 24 de septiembre salió un artículo de El País cuyo título llama mucho la atención: El eje antimigración del Este rechaza el plan de Bruselas: “Deben ser detenidos y devueltos.”[2] El título por sí solo es provocador: en Europa del este hay un eje intolerante que rechaza la migración y es agresivo. Títulos como este abundan cuando se trata de esta zona del mundo, términos como autoritarismo, extrema derecha, conservadurismo e iliberalismo, se han convertido en los términos que parecen mejor describir a lo que ocurre en la Europa menos conocida. Sin embargo, hay algo que no estamos viendo del todo.

 Los países del Grupo de Visegrado, Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, se unieron con el objetivo de apoyarse mutuamente para incorporarse a la dinámica de la nueva era. Este proceso pareció cumplirse cuando en 2004 se integraron a la Unión Europea. Sin embargo, lo que en principio fue motivado por la esperanza de participar en aquel mundo que había demostrado su superioridad con su victoria, la europeización, liberalización, integración y democratización, fue llevado a cabo como un proceso de imitación en el que el “liberalismo pareció incuestionable en el ámbito de los ideales morales”[3] y se mostró a si mismo como única vía posible y ejemplo a seguir.

Los problemas que han provocado que el choque entre imitador e imitado se hagan cada vez más visibles son variados, pero el que más destaca, o el que más se destaca, es el de la migración. Durante la crisis migratoria del 2015, Europa, entendida como si fuera una totalidad homogénea, se presentó como humanitaria, en crisis, pero responsiva y solidaria. Poco tiempo después salieron a la luz las inconformidades. Lo que pareció ser una “improvisación de la gestión de llegadas”[4] que pretendía querer cobrar a toda Europa por igual, fue percibida como injusta, e incluso como una imposición, a los ojos de los países europeos que por treinta años aspiraron a ser parte de esa Europa. Así, un problema que es el legado oculto de la explotación descontrolada y el dominio de los imperios europeos previos a esta nueva era –today is the payback time,[5] como Dabashi señala– pretende plantarse, o ser planteado, en términos en los que Europa se considera un ente unido, pero que no lo es. Lo que esta ocurriendo hoy es paralelo a lo que desde años antes también se planteó en términos engañosos. Lo que hoy se presenta como la división entre una Europa occidental, avanzada, liberal y democrática, y como una Europa que intenta, en la que integrase y liberalizarse han sido los objetivos, funciona de la misma forma que lo que los términos de países desarrollados y países en vías de desarrollo encubren: un proceso interminable que se presenta como lineal y único. Un proceso, que sin importar el término con el que se presente, siempre ha significado modernización por imitación e integración por asimilación,[6] una suerte de integración unilateral en la que el que es bueno se impone sobre el que no lo es.

Hoy, las noticias pintan a populismos que ponen en peligro la hegemonía de los países tradicionales,[7] pero ¿cómo es que llegamos aquí? Ivan Krastev y Stephen Holmes se hacen esta pregunta para entender cómo es que estamos donde estamos. What if liberals had misinterpreted the nature of the post-Cold War period?[8] es lo que debemos cuestionar si es que seguimos confiando en que el futuro apunta, sin ninguna otra alternativa, al liberalismo y a la democracia del tipo que nos prometió la ilusión de occidente. Y no sólo hay que ver al lado del mundo que nos presentan cómo del lado incorrecto de la historia. La división entre lo que está bien y lo que esta mal opaca la realidad de la existencia de este tipo de ideas y pensamientos dentro del mismo occidente, del occidente exclusivo que se plantea a sí mismo como ejemplo.

[1] Hamid Dabashi, “Europe: A Mobile Army of Methaphors,” en Europe and Its Shadows. Coloniality after Empire, (Pluto Press, 2019), 8.

[2] Álvaro Sánchez, “El eje antimigración del Este rechaza el plan de Bruselas: “Deben ser detenidos y devueltos,” El país, Septiembre 24, 2020, https://elpais.com/internacional/2020-09-24/el-eje-antinmigracion-del-este-rechaza-el-plan-de-bruselas-deben-ser-detenidos-y-devueltos.html?ssm=FB_CM_INT&fbclid=IwAR0nlcYarHAPfcc-JsfpFSZr417tDBh7v8b7l7XIZEAWvHLjlZodpBIBbeo

[3] Stephen Holmes e Ivan Krastev, The Light that Failed. Why is the West Losing the Fight for Democracy (Nueva York: Pegasus Books, 2020), 13. Mi traducción.

[4] Sánchez, “El eje antimigrante.”

[5] Dabashi, “Europe,” 13.

[6] Holmes y Krastev, The Light that Failed, 17. Mi traducción.

[7] Ana González, “El eje europeo antimigración,” El País, Julio 24, 2018, https://elpais.com/elpais/2018/07/24/3500_millones/1532423102_792376.html

[8] Holmes y Krastev, The Light that Failed, 9.

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¿Cómo se debería ocupar la política exterior de izquierda de la ciencia y la teconología?

¿Cómo se debería ocupar la política exterior de izquierda de la ciencia y la teconología?

En 2018 asumió la presidencia un candidato de izquierda, luego de 84 años de gobiernos de derecha. Los retos a enfrentar son mayúsculos. Uno de ellos es la ciencia y la tecnología y su relación con el desarrollo. Las administraciones anteriores dejaron claro un desinterés en la creación de capacidades científicas para el país. Las limitaciones en las capacidades tecnológicas se reflejan en el manejo de la crisis por el Covid-19, pues estas limitaciones han dejado a México a expensas de terceros en la producción de ventiladores o de una vacuna.

Dejando de lado la postura de la escuela de Frankfurt[1] y del marxismo clásico, la nueva izquierda en Estados Unidos y el pensamiento estructuralista latinaomericano demostraron que la ciencia y la tecnología son importantes como un factor en las relaciones internacionales. Por un lado, el pensamiento de Andrew Feenberg coloca una relación indisoluble entre el poder y la tecnología en relaciones internacionales.[2] Por otro lado, el estructuralismo latinoamericano plantea que son las desigualdades en la acumulación de capital lo que generan la dependencia económica y tecnológica entre países del Centro y los países de la periferia.[3]

Si es tan importante la tecnología y la acumulación de capacidades científicas ¿cómo debe una política exterior tratar el tema? En el contexto actual de México ¿cómo un gobierno de izquierda debe perfilar su política exterior en materia de ciencia y tecnología?[4]

Para bosquejar una respuesta desde una perspectiva crítica, me concentraré en la concepción de la nueva izquierda sobre la ciencia y tecnología. En seguida, se tratarán algunas ideas que Michael Walzer enuncia para la política exterior de un gobierno de izquierda.

I

Andrew Feenberg propone la teoría crítica de la tecnología en 1991 con el libro Critical Theory of Technology. En su elocuente revisión de los clichés de la sociedad industrial, por ejemplo que la sociedad tecnológica está condenada al autoritarismo y la degradación ambiental; sumida a la racionalidad instrumental, el autor plantea que una reforma radical es posible combaten los valores antidemocráticos del desarrollo tecnológico.[5]

La tecnología se entiende como un proceso histórico, en donde las decisiones son muy relevantes. Dichas decisiones son tomadas conforme a convenciones sociales del momento. Así es ambivalente. La tecnología debe ser entendida como un campo de batalla o un parlamento, en donde se debaten las posibilidades del avenir.[6]

El diseño técnico se da, según Feenberg, en tres elementos. Primero, la tecnología está determinada por un proceso social en el que se contrasta entre posibles alternativas según el caso específico. Segundo, el proceso social no se limita a las necesidades humanas, sino que obedece a criterios culturales de las necesidades humanas. Tercero, la existencia de un cierre, sea que el problema esté solucionado o la percepción del problema cambie.[7]

Para cambiar esos valores antidemocráticos, se debe pasar por una democratización de la tecnología. Es decir, que en el proceso antes descrito los ciudadanos formen parte de las decisiones deliberadas en el ámbito público. Feenberg toma el ejemplo de la contaminación del ambiente; no se toman cartas en el asunto hasta que los sectores afectados alzan la voz, y se obtiene una política integral.[8] Con lo cual podemos deducir que la participación de mayores sectores sociales implica la puesta en relieve de necesidades y elementos culturales de la colectividad, que de otro modo serían ignorados.

En resumen, la teoría crítica de la tecnología propone que la tecnología debe entenderse como un proceso histórico, en el cual intervienen muchos factores sociales y culturales. La influencia de ciertos sectores sobre la conformación de la técnica es mal vista por Feenberg, puesto que implica que la tecnología se adhiere a las necesidades de ciertos actores dominantes. Para combatir eso, propone más bien centrarse en la democratización de la tecnología, es decir un ejercicio plural donde el bienestar común prime sobre los intereses particulares.

II

 

Con la finalidad de bosquejar un tipo ideal de política exterior de izquierda, se revisan algunas ideas centrales de Michael Walzer que son útiles para pensar una política exterior de ciencia y tecnología.

Michael Walzer escribió el libro A Foreign Policy of the Left, el cual tuvo amplia resonancia. En dicho libro bosqueja las principales actitudes de la izquierda estadounidense en temas relevantes como el intervencionismo. De este libro se desprenden tres ideas:

Primero, la “posición de la izquierda por default”, si bien es cierto que hay muchas izquierdas, Walzer sostiene que en general, la visión de la izquierda considera que “la mejor política exterior es la política interior”. Esto se sostiene con el argumento de que la lucha de clases se desarrolla en el interior de los países; así, hay muchos problemas que arreglar en casa, como las desigualdades, antes que ocuparse de los asuntos exteriores.[9]

Segundo, en su referencia a la brigada internacional en la participación -¿intervención?- conjunta a favor de ciertos valores democráticos, el autor piensa que se debe evitar la dominación de los miembros de la brigada sobre los actores locales, en donde es deseable que desarrollan una coordinación más que sean coordinados por los extranjeros.[10] Este punto puede aplicarse a las relaciones de cooperación en donde debe imperar un entendimiento horizontal y no uno vertical.

Tercero, para Walzer, el Estado es lo máximo a lo que la izquierda deba aspirar, para que los ciudadanos puedan disfrutar de los beneficios de su protección. Esto se concreta en la protección de las garantías individuales, en donde el estado de derecho debe promover distintas formas de establecer la justicia.[11]

III

Ya desde Feenberg (2005) se postula una apuesta por la democratización de la tecnología como una alternativa deseable a la sociedad industrial. Retomando el diseño tecnológico del autor, nos percatamos como existen actores que influyen para su beneficio en ese campo de batalla que es la tecnología. Lo evidente sería que para democratizar la tecnología se desarrollaría una discusión pública en torno a la tecnología. Esto no sería posible sin la existencia de una intervención directa del Estado en el financiamiento y robustecimiento de las capacidades científicas y tecnológicas. De esta forma es posible que la ciudadanía sea parte de esa discusión.

Por lo tanto, la importancia del Estado, enunciado por Walzer queda robustecida por la protección de los derechos humanos, pero también por el aseguramiento por parte del Estado de una participación ciudadana en los asuntos públicos ligados a la tecnología. Todo esto estaría en orden con una política exterior de izquierda por “default”, es decir, que considera que deben imperen los asuntos internos sobre los externos en la agenda política.

Sin embargo, como estipula la teoría de la dependencia antes evocada, las relaciones económicas internacionales -qué somos capaces de exportar- son determinadas en buena medida por las capacidades científicas del país, lo que a su vez determina el escalonamiento plausible dentro de las cadenas de valor. Es decir, si los países que han producido materias primas pueden aumentar el valor agregado de sus exportaciones escalando en las cadenas productivas. Estas disparidades entre países exportadores de productos de alta tecnología y aquellos países productores de recursos naturales, se le llama la brecha tecnológica.  

La crítica plausible a la política exterior de izquierda por “default”, se centra en su incapacidad de presentar la ciencia y tecnología como un instrumento para el desarrollo del país. La construcción de capacidades científicas no se limita a la inversión estatal, sino a la vinculación con comunidades científicas en otras partes del mundo. La brecha tecnológica no será disuelta desde la fantasía de la autarquía.

Conforme a lo que plantea Walzer sobre las brigadas internacionales, se puede aplicar una analogía con el caso de la cooperación internacional. Existen dos partes, una que solicita el apoyo, otra que lo provee. La necesidad de una horizontalidad en el ejercicio de estos proyectos es fundamental, que permita el empoderamiento de los ciudadanos y a su vez posibilite la triangulación de dicho conocimiento.

La política exterior de izquierda en materia de ciencia y tecnología no debe limitarse a la concepción de la política exterior por “default”. Debe comprender las relaciones estructurales desiguales de nuestro mundo y actuar en favor de una democratización de la tecnología. Aunque el gobierno haga esfuerzos tímidos, como aumentar el presupuesto de CONACYT para 2021, es necesario que se acompañe de una estrategia de cooperación internacional, que pueda hacer frente a la adaptación climática o la vacuna contra el Covid-19.

 

Fuentes

Feenberg, Andrew. “Teoría de la ciencia y tecnología.” Revista de Ciencia y Tecnología y Sociedad. No. 5. Vol. 2. (2005): 109-123.

Feenberg, Andrew. Transforming Technology: A Critical Theory Revisited. New York City: Oxford University Press, 2002.

Finlay, Chirstopher. A Foreign Policy for the Left, Michael Walzer (New Haven: Yale University Press, 2018), 216 pp., $30 cloth. Ethics & International Affairs. Vol. 32, Issue 4. (2018): 506.

McCarthy, D. Power, Information Technology, and International Relations Theory. The Power and Politics of US Foreign Policy and Internet. New York City: Palgrave Macmillan, 2015.

Walzer, Michael. “A Foreign Policy for the Left.” Dissident. Spring, 2014.

 

[1] Habermas considera neutral al factor tecnológico. Andrew Feenberg, Transforming Technology: A Critical Theory Revisited. (New York City: Oxford University Press, 2002): 14.

[2] Daniel McCarthy, Power, Information Technology, and International Relations Theory. The Power and Politics of US Foreign Policy and Internet. (New York City: Palgrave Macmillan, 2015): 55.

[3] Vid. Matías Vernengo, Technology, Finance, and Dependency: Latin American Radical Political Economy in Retrospect. Review of Radical Political Economics, Vol. 38, No. 4, (2006) 551-568.

[4] Se prefiere el término de política exterior en materia de ciencia y tecnología, sobre el término diplomacia científica, puesto que este segundo término proviene del corpus académico liberal. Vid. Jen Leijten, Exploring the future of innovation diplomacy. European Journal of Futures Research. Vol. 5, 20. (2017).

[5] Feenberg, Transforming Technology, 3.

[6] Feenberg, Transforming Technology, 15.

[7] McCarthy, Power, Information Technology, 54.

[8] Andrew Feenberg, “Teoría de la ciencia y tecnología.” Revista de Ciencia y Tecnología y Sociedad. No. 5. Vol. 2. (2005): 117.

[9] Michael Walzer, “A Foreign Policy for the Left.” Dissident. Spring, 2014, 17.

[10] Christopher Finlay, A Foreign Policy for the Left, Michael Walzer (New Haven: Yale University Press, 2018), 216 pp., $30 cloth. Ethics & International Affairs. Vol. 32, Issue 4. (2018): 506.

[11] Finlay, A Foreign Policy, 506.

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Relaciones sospechosas: el K-Pop y el gobierno surcoreano

Relaciones sospechosas: el K-Pop y el gobierno surcoreano

Hace meses, si el coronavirus no lo hubiera impedido, en el SePEI hubieramos organizado un seminario relacionado con el soft-power, mejor conocido como el “poder suave” o “blando”. En las discusiones sobre este concepto, surge recurrentemente el tema del K-pop o pop coreano como un ejemplo de política de soft-power, ¿pero lo es?

Joseph Nye formuló por primera vez el concepto de soft-power en la década de 1980 y en 2004 publicó Soft Power: The Means to Success in World Politics. Este concepto se refiere a la capacidad de un estado para obtener lo que desea mediante la atracción. Según esta definición, los países pueden alterar favorablemente los comportamientos de otros gracias a la atracción a su cultura, su ideología o sus políticas públicas. El soft-power es la contraposición del hard-power o la capacidad material de un estado, es decir, el territorio, la población, la fuerza económica y militar.[1] Cabe destacar que una política es clasificada como soft-power siempre que se utilice la persuasión y no la coerción, pero Nye no específica cuáles son los instrumentos de soft-power.[2]

La importancia del soft-power radica en tres factores:

  1. Con la proliferación de armas nucleares, los estados son más reticentes a usar sus tecnologías militares para evitar un conflicto nuclear y buscan otros instrumentos, culturales y económicos, para satisfacer sus intereses políticos.
  2. Las masas tienen acceso a la información, lo cual les permite presionar a sus gobiernos para someterlos a las reglas internacionales.
  3. Los medios de comunicación, como la televisión o el internet, facilitan el uso de políticas de soft-power.[3]

Las políticas de soft-power tienen distintos objetivos: mejorar la seguridad externa de un país y sus ciudadanos promoviendo la imagen de un estado pacífico, obtener el apoyo internacional para acciones colectivas, manipular las formas de pensar de otros países para crear normas o estándares comunes que faciliten la comunicación entre estados, empresas y grupos de interés; fomentar un sentimiento nacional de orgullo o aumentar el apoyo de un líder interno.[4] Para identificar las políticas de soft-power, Geun Lee afirma que estas deben modificar la forma de pensar de los actores o atraer o asustar a los sujetos para que modifiquen su comportamiento a corto plazo.[5]

Recientemente, Corea del Sur y el K-pop aparecen con frecuencia en las discusiones sobre soft-power porque las “olas coreanas” llegan cada vez más lejos de Asia, a las costas europeas y americanas y de allí penetran al interior de los continentes. De pronto las personas saben que existen más que chinos y japoneses, ahora también hay coreanos y quieren aprender coreano, ver videos de coreanos y comprar productos de cuidado de la piel coreanos. ¿Pero la ola coreana o hallyu, en específico el K-pop, es una política de soft-power?

Según Lee, el Estado surcoreano tiene tres principales objetivos económicos: incrementar las exportaciones coreanas, atraer inversores y aumentar el turismo internacional, para ello fomenta la creación de mercados como la industria musical.[6] En este sentido, el esfuerzo del gobierno surcoreano de promover el K-pop se podría calificar como una política de soft-power, por ejemplo, cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores (MOFA) anunció un concierto en 2012 como parte de sus esfuerzos diplomáticos para incrementar la popularidad del K-pop.[7]

Aunque el K-pop puede ser calificado como una política de soft-power, lo cierto es que elementos fundamentales de esta industria, como las agencias de idols y las compañías de televisión, no fueron creadas por el estado surcoreano, aunque sí se han beneficiado de sus políticas proteccionistas.[8]

 

[1] Andrew F. Cooper, Jorge Heine, Ramesh Thakur y Su Changhe. “Soft Power”. En The Oxford Handbook of Modern Diplomacy. Oxford University Press, 545.

[2] Geun Lee, “A theory of soft power and Korea’s soft power strategy”, Korean Journal of Defense Analysis 21, no. 2 (2009), 211.

[3] Cooper, “Soft power”, 548-549.

[4] Geun Lee, “A theory of soft power”, 209.

[5] Geun Lee, “A theory of soft power”, 212.

[6] Lee, “A theory of soft power”.

[7] Hwa Kyung Kim, Andrew Eungi Kim y Daniel Connolly, “Catching up to Hallyu? The Japanese and Chinese Response to South Korean Soft Power”, Korea Observer 47, no. 3 (Otoño 2016), 535

[8] Kim, “Catching up to Hallyu?”, 532-533

948. 

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Desigualdad: reto regional

Desigualdad: reto regional

El 14 de abril de 2020 el periódico colombiano El Tiempo informó sobre las banderas rojas que los habitantes de Popoyán, Colombia, colocaban en sus ventanas[1], una práctica que comenzó a las afueras de Bogotá. Estas banderas (que en realidad eran cualquier tela roja que se tuviera en casa) eran un grito desesperado frente al confinamiento que recién había iniciado el 24 de marzo. Éste mostraba su más dramático efecto: el hambre. Las banderas llamaban a la solidaridad de los vecinos y pedían ayuda gubernamental para quienes habían perdido sus ingresos y para los estudiantes que no tenían los medios para continuar con sus estudios desde casa. Las banderas rojas rápidamente se replicaron por todo el país suramericano, se escribió de ellas en The Washington Post[2] y la historia recorrió el mundo.

Por otro lado, Luis Carlos Sarmiento, el hombre más rico de Colombia y dueño del periódico El Tiempo, en marzo de 2020, de acuerdo con la revista Forbes[3], alcanzó una fortuna de 9.100 millones de dólares. Por esas mismas fechas donó 20 millones de dólares para contribuir a la contención del virus. Su donativo representó, aproximadamente, el 0.2 por ciento de su fortuna[4].

Las banderas rojas como un grito de auxilio frente al hambre y el multimillonario haciendo una pequeña donación de su gran fortuna, son escenas que se replicaron en toda Latinoamérica. El contraste de las desigualdades que no han sido atendidas y que muestran sus efectos en medio de la crisis. Los gobiernos de la región han tenido que responder a la pandemia con recursos limitados para implementar apoyos, la gran informalidad laboral, los débiles sistemas de salud y la escasez de conexión y medios digitales para garantizar la educación a distancia.

El virus que llegó por los aeropuertos se extendió y caló más profundo entre las personas más pobres y, por tanto, más vulnerables. Vulnerables porque viven en condiciones donde el distanciamiento físico es imposible, fueron obligadas a seguir trabajando o no contaron con los ahorros suficientes para dejar de hacerlo, nunca se pudieron resguardar. Para que al final resultaran contagiadas y esperaran por horas una cama y un respirador que nunca llegó, porque no había suficientes. En Latinoamérica nunca hay suficiente para quienes menos tienen.

No lo hay porque la desigualdad está en todas partes y se manifiesta en todos los ámbitos, es multidimensional. La crisis que ahora vivimos la va a incrementar. Mientras que la CEPAL calcula que al menos 11.6 millones de personas perderán su empleo por el confinamiento y 28.7 millones caerán en situación de pobreza[5]; entre marzo y junio de 2020, ocho latinoamericanos se integraron a la lista de los multimillonarios de Forbes[6]. De acuerdo con la CEPAL, el índice de Gini, en especial en las economías más grandes de la región, retrocederá a niveles similares al año 2000. Los esfuerzos de dos décadas por disminuir las desigualdades estarán perdidos.

Esfuerzos que no eran suficientes, pues nunca se formó un Estado de Bienestar sólido en la región. En parte, de nuevo, por la escasez de recursos económicos para construirlo y mantenerlo. Y no se podrá cimentar en tanto se tengan en Latinoamérica recaudaciones fiscales tan raquíticas, regresivas y con huecos que permiten la evasión, la condonación o la salida de las fortunas a paraísos fiscales.

El cobro de impuestos disminuirá a consecuencia del cierre masivo de pequeñas y medianas empresas, las cuales no han podido sobrevivir al confinamiento, lejos están de tener la tranquilidad y el beneficio como los grandes multimillonarios de la región. Por esto, se pueden ver al menos tres grandes retos: disminuir el impacto de la caída de la recaudación, obtener el suficiente dinero para emprender medidas de apoyo y rescate, y comenzar a consolidar un proyecto de Estado de Bienestar. Poder librar estos desafíos implica dejar de privilegiar a las élites económicas para atender los intereses y demandas de la sociedad.

En general, la respuesta de los gobiernos latinoamericanos ha sido insuficiente desde el inicio del confinamiento, sin embargo, no se debe detener la exigencia por reformas fiscales que a corto y mediano plazo tengan un impacto positivo en la vida de la población. Resulta inaceptable que el costo de la crisis, una vez más, sea pagado por las personas más pobres. El costo debe recaer sobre quienes se han visto menos afectado o, incluso, beneficiados.

Como propuso Oxfam[7], se pudieron crear nuevas figuras tributarias para financiar inmediatamente apoyos, transferencias y estímulos. Por ejemplo, impuestos extraordinarios a las grandes fortunas y a las corporaciones que han tenido ganancias superiores durante el confinamiento. No debería permitir que unos cuantos ensanchen sus fortunas frente a la adversidad que la mayoría enfrenta.

Nuevas exigencias y visiones deben ser parte de la reactivación económica a la que eventualmente está entrando Latinoamérica. No se deben abandonar las demandas por fortalecer la protección social y los sistemas de salud y educación, que sólo se logra por medio de una mejor recaudación. Si para reactivar la economía se opta por hacer más pequeño al Estado y dejar las políticas sociales, la región tendrá otra década pérdida en combate a la desigualdad.

Es el momento de dejar los donativos y el altruismo de los multimillonarios, porque ellos deben pagar impuestos. Sólo así se podrá garantizar la protección del Estado, imposible con las limitaciones que hoy tiene. Las banderas rojas que gritan por ayuda no deben ser el costo de permanecer en el selecto grupo de los multimillonarios de Forbes.

 

[1] Redacción El Tiempo, “En un sector de Popayán sacan banderas rojas para pedir mercados”, El Tiempo, Abril 14, 2020, https://www.eltiempo.com/colombia/cali/en-un-sector-de-popayan-sacan-banderas-rojas-pidiendo-comida-483478.

[2] Ana Vanessa Herrero, “Las banderas rojas de Colombia”, The Washington Post, Mayo 12, 20202, https://www.washingtonpost.com/es/world/2020/05/12/las-banderas-rojas-de-colombia/?arc404=true

[3] “World’s Billionaires List. The Richest in 2020”, Forbes, accedido el Marzo 30, 2020, https://www.forbes.com/billionaires/.

[4] Agencia EFE, “Luis Carlos Sarmiento, el hombre más rico de Colombia, dona USD 20 millones para atender la pandemia”, El Comercio, Marzo 30, 2020, https://www.elcomercio.com/actualidad/sarmiento-rico-colombia-donacion-coronavirus.html.

[5] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), El desafío social en tiempos

del COVID-19 (CEPAL, 2020), 1-4, https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45527/S2000325_es.pdf.

[6] Oxfam Internacional, ¿Quién paga la cuenta? Gravar la riqueza para enfrentar la crisis de la COVID-19 en América Latina y el Caribe (Oxfam Internacional, 2020), 3-4, https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621033/bp-quien-paga-la-cuenta-covid-19-270720-es.pdf.

[7] Oxfam Internacional, ¿Quién paga la cuenta? Gravar la riqueza para enfrentar la crisis de la COVID-19 en América Latina y el Caribe, 12-19.

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Hablemos de energías renovables. China’s Green Dream: ¿Un futuro para América Latina?

Hablemos de energías renovables. China’s Green Dream: ¿Un futuro para América Latina?

Cuando soplan vientos de cambio,
algunos construyen muros. Otros molinos
Proverbio Chino

El sistema internacional y sus respectivos actores han evidenciado la incapacidad para responder adecuadamente a la crisis ambiental. De cara a una recesión y crisis económica global producto de la pandemia del SARS CoV2 (COVID-19) la necesidad de cambiar la matriz energética de nuestras economías por una sostenible es fundamental.

Tenemos que ser proactivos ante la amenaza que se levanta en el horizonte, el Calentamiento Global, anunciado por las alertas científicas y de Naciones Unidas en evitar el aumento de la temperatura global de 1.5°C.

Con el objetivo de reactivar el semblante económico que se ha visto paralizado nos encontramos en un escenario para pensar en una alternativa y reconstruir los pilares desde la raíz para una política económica prospera para el medio ambiente y las personas en América Latina.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL) estima una contracción de -1.8% del PIB regional, lo cuál podría llevar a aumentar el desempleo en diez puntos porcentuales, lo que significa 35 millones de personas más en situación de pobreza.[1]

¿POR QUÉ ES URGENTE ATENDER EL CALENTAMIENTO GLOBAL PARA LA REGIÓN?

Las pérdidas anuales promedio causadas solo por catástrofes relacionadas al clima alcanzan los cientos de miles de millones de dólares, sin mencionar el impacto humano de las catástrofes geofísicas y ambientales.[2]

En 1998 la tormenta tropical que posteriormente se convirtió en el huracán de categoría 5, Mitch, golpeó contra las costas de Honduras y Nicaragua, pero también afectó al resto de Centroamérica. Los costos económicos y en vidas humanas se traducen en 11,000 muertos, miles de desaparecidos, más de 3 millones de hogares destruidos con daños calculados por 5,000 millones de dólares.[3]

Sin embargo, el Calentamiento Global no sólo ha dado lugar a fenómenos meteorológicos. Representa la proliferación de sequías que afectan al sector de la agricultura y enmarcan el fenómeno de las migraciones climatológicas de seres humanos, así como la pérdida de viviendas y patrimonios, además del aumento de inversiones en recuperación posteriores a los desastres naturales y a regulaciones en el aire y el agua.

A medida que la humanidad ha tenido aumentos poblacionales e industriales estos han derivado en graves costos ambientales que repercuten de manera directa e indirecta en la seguridad ambiental y alimentaria.

Estás razones son sustanciales para virar hacia cambios estructurales que permitan un desarrollo integral entre las aristas del medio ambiente, la economía, la política y el bienestar social.

China a través de la reorientación de la economía hacia un modelo sostenible, de energías renovables y relación “armónica” con los recursos naturales se ha convertido en un ejemplo de como encaminar está transición energética por medio de la constitución de una ecología de instituciones en todos los niveles de gobierno, para las empresas y la ciudadanía otorgándole la figura del país más contaminante, pero más verde al mismo tiempo.

El gigante asiático desarrolla una sustitución de los sectores energéticos sucios por limpios y sustentables. El informe de Bloomberg New Energy Finance (BNEF) New Energy Outlook 2018, estima que para 2050, China tendrá el 21% de toda la energía fotovoltaica del mundo  y un tercio de toda la energía eólica  instalada a nivel mundial.[4]

CHINA’S GREEN DREAM

China desde hace un tiempo viene instaurando nuevos incentivos, instituciones, proyectos de infraestructura, diversificación del sector energético, innovación y nuevas tecnologías. Para inicios de la nueva década el gigante asiático encamina su XIII Plan Quinquenal (2016-2020) bajo el mandato de Xi Jinping en dar un giro verde al “progreso” del Estado.

Estás instituciones ambientales buscan instalar la eficiencia en los sectores productivos y de consumo ante las externalidades, el deterioro ambiental, y la ineficiencia del sector energético. El principal reto es reducir el uso de carbón.

En 2013 se prendieron las alarmas en torno a la polución en el aire, por lo tanto, se implementó el Plan Nacional de Calidad del Aire que obligó a las zonas urbanas en reducir al menos 10% la concentración de contaminantes PM10, mientras que para ciudades como Beijing a 25% de PM2.5.[5] La razón de esto es que en China 1,1 millones de personas mueren anualmente por complicaciones respiratorias por las emisiones de carbono y este tipo de partículas.[6]

A la par, el Plan de Acción Nacional de Calidad de Agua de 2015 desplegó el objetivo de que más del 70% del agua en los siete principales ríos, entre ellos el Yangtse y el Amarillo, deben estar en buenas condiciones para 2020.[7]

A consecuencia de estos ambiciosos planes en 2018 las áreas más pobladas de China experimentaron mejoras notables en la calidad del aire, que van del 21% al 42%, la mayoría de las ciudades cumple o supera los objetivos descritos en el plan. Si se mantienen estas reducciones en la contaminación, el ciudadano chino promedio vería aumentar su esperanza de vida en 2.3 años en relación con 2013.[8]

Para atender a estos resultados la estrategia aplicada desglosó el cierre de centrales eléctricas que funcionaban con carbón, la reducción de emisiones de dióxido de carbono por parte del sector industrial, pero también de la producción de hierro y acero, el cierre de minas de carbón, la eliminación de calentadores basados en este mineral en hogares y en pequeños negocios, y la disminución de automóviles en las calles.

Para recubrir esa demanda de energía el gigante asiático se ha convertido en el principal generador de energía hidroeléctrica, geotérmica, eólica y solar en el mundo, y es además el mayor productor de paneles solares y turbinas para energía eólica.

A comienzos del 2017, el país asiático anunció que invertiría 360 mil millones de dólares en energías renovables para 2020 y descartaría de sus planes construir 85 plantas energéticas de carbón,[9] así como reducir los excedentes de hierro y acero.

Estos compromisos marcan la ruta de lo que Xi Jinping considera el socialismo chino, la triangulación de una economía para el bienestar social, la democratización de los servicios y oportunidades de la innovación y la tecnología, y una civilización ecológica para todas las personas.

De acuerdo con Xi la construcción de la civilización ecológica constituye una parte clave de la estrategia de desarrollo general de China, por lo que los gobiernos a todos los niveles deben tener en cuenta que las aguas limpias y las montañas verdes son invaluables activos de la nación.[10]

VALLE SOLAR DE DEZHOU, CHINA

Fuente: Hazteco / compromiso.atresmedia.com

PARQUE SOLAR DEL DESIERTO EN TENGEER, CHINA

Fuente: Xataka.com

PARQUE EÓLICO DE GANSU, CHINA

Fuente: Blog.structulia.com

EN DÓNDE QUEDA AMÉRICA LATINA

La situación actual de América Latina presenta grandes retos en términos ambientales y de desigualdad. La pandemia del COVID-19 ha venido a profundizar los índices de pobreza en la región y ante una prospectiva de recesión económica quedamos expuestos a amenazas posteriores, como el Calentamiento Global.

Por lo tanto, los esfuerzos de las naciones latinoamericanas deben orientarse a articular una respuesta que integre la economía, la política ambiental y la gestión energética limpia. De acuerdo con un informe del Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA):

“Los planes de recuperación económica después del COVID-19 requerirán grandes cantidades de recursos, lo que aumentará la ya elevada deuda de la región. Con los efectos actuales y previstos del cambio climático – sequías, inundaciones, huracanes, pérdidas en la producción agrícola, pérdidas de energía y exposición a un aumento.”[14]

El informe propone vincular los planes de recuperación del COVID-19 con soluciones climáticas integradas como la intensificación del despliegue de la energía renovable y la eficiencia energética, garantizar un aire limpio y mejor salud a través de la movilidad eléctrica o reducir gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles y tasar las emisiones, entre otros.[15]

Podemos observar que de nueva cuenta las energías renovables y la reconfiguración de la matriz energética de nuestro estilo de vida forman parte del esquema de sostenibilidad y proyección a futuro.

Al mismo tiempo la constitución de proyectos ambientales puede generar nuevos empleos verdes y atraer nuevas inversiones en el contexto de un mercado que se está posicionando a nivel global.

Sin embargo, es importante tomar en cuenta que la región esta sujeta a visiones políticas que buscan reivindicar la soberanía y la identidad nacional a través de las energías sucias como el petróleo y la quema del combustóleo. Por eso es muy importante reflexionar sobre la proyección de riesgos y externalidades que plantea el siglo XXI, así como el contexto actual del mercado.

En marzo del 2020 el crudo de referencia global cayó en 55%, a 22.76 dólares por barril. Mientras que la Agencia Internacional de Energía (AIE) estimó que el ingreso de petróleo y gas de algunos miembros de la OPEP caiga entre el 50% y 85% para finales del año.[16]

Para mega petroestados como Venezuela es catastrófico tener que lidiar con esos precios cuando cerca del 80% de sus exportaciones dependen del crudo y derivados[17]. El país caribeño ha buscado en el FMI 5,000 millones de dólares en fondos de emergencia[18] para atender la depreciación de su principal producto ante la negativa de no diversificar su mercado energético.

En cambio, una transición a las energías renovables y la movilidad eléctrica en la región podrá crear más de 35 millones de nuevos empleos para 2050 y con el cambio de matriz se requerirá́ una inversión de capital sustancialmente menor que la basada en combustibles fósiles, lo que dará́ lugar a reducciones de 283,000 millones de dólares. Por ejemplo, México hasta 2019, invirtió́ 1,000 millones de dólares lo que creó más de 9.000 puestos de trabajo y más de 200 nuevas pequeñas y medianas empresas solares.[19]

No es momento para tener una regresión en la política energética y contraponerse a los avances tecnológicos y ambientales que ha tenido la humanidad, así como darle seguimiento a la tendencia global.

La llegada al poder de nuevas fuerzas populistas ha favorecido la reversión de políticas de diversificación y liberalización del mercado energético que permite la innovación y la participación de nuevos productores y proveedores como las energías renovables.

El deseo de retomar el control de sus recursos naturales ha conducido a varios gobiernos a aumentar su extracción e intervención en el sector con el fin de alimentar políticas segmentadas de bases electorales o impulsar el nacionalismo industrial con base en la quema de energías sucias.

Brasil y México son referencias de estas acciones: la deforestación del Amazonas para impulsar la agroindustria o los acuerdos establecidos por el gobierno federal mexicano que buscan devolver el monopolio del mercado eléctrico a la empresa paraestatal de electricidad sacando de la jugada a las Centrales eólicas y solares a pesar de que en 2019 el país fue el lugar catorce a nivel global como destino de inversiones a está industria.[20]

CONCLUSIÓN

Los países latinoamericanos deben sacudirse sus visiones nacionalistas y soberanas para atender una amenaza que no se detiene en fronteras físicas o ideológicas. El Calentamiento Global es el gran reto para la humanidad en el siglo XXI y muchos están pendientes de cumplir sus compromisos establecidos en los Acuerdos de París con este tipo de iniciativas anacrónicas.

Por eso, la aspiración a un modelaje orientado a la transición energética renovable y la constitución de una ecología de instituciones ambientales como lo ha estado haciendo China en los más recientes años le dará a la región latinoamericana la oportunidad de poder aprovechar su potencial ecosistémico en beneficio de una economía sostenible y sustentable, de salud ambiental, de seguridad ambiental y alimenticia, de transición energética y de desarrollo de nuevas tecnologías, de creación de empleos verdes y una nueva relación integral de los seres humanos con la naturaleza.

Publicado el 26 de julio del 2020

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1 Soy estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana. He colaborado con UNICEF, en la Clínica Jurídica Alaíde Foppa para refugiados y en Wikipolítica. Presido la Sociedad de Estudiantes de RRII en la universidad y soy asistente de investigación en el Departamento de Estudios Internacionales en la IBERO. Tengo interés por la política global, la diplomacia y las energías renovables.

[1] CEPAL, comunidado de prensa: https://www.cepal.org/es/comunicados/covid-19-tendra-graves-efectos-la-economia-mundial-impactara-paises-america-latina.

[2] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, “Objetivo 13: Acción por el clima,” https://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals/goal-13-climate-action.html.

[3] Gloria Soto Montes de Oca y Diana Ponce-Nava Treviño, “Los Temas Ambientales,” en Introducción a las Relaciones Internacionales, ed. Thomas Legler y Laura Zamudio, (Ciudad de México: OXFORD University Press, 2013), 218.

[4] World Trade Energy, “China superpotencia mundial de energías renovables,” World Trade Energy, 9 de agosto, 2019, https://www.worldenergytrade.com/energias-alternativas/general/china-la-superpotencia-mundial-de-energias-renovables.

[5] Michael Greenstone, “China está ganando la guerra contra la contaminación,” El País, 16 de marzo, 2020, https://www.nytimes.com/es/2018/03/16/espanol/combate-contaminacion-china-medioambiente.html.

[6] Beth Gardiner, “China empieza a adoptar soluciones drásticas para acabar con la contaminación,” National Geographic, 8 de noviembre, 2017, https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/05/china-empieza-adoptar-soluciones-drasticas-para-acabar-con-la-contaminacion.

[7] Xinhua español, “China anuncia plan de control de contaminación de agua,” Xinhua, 16 de abril, 2020, http://spanish.xinhuanet.com/china/2015-04/16/c_134157210.htm.

[8] Michael Greenstone y Patrick Schwarz, Is China Winning its War on Pollution?, (Estados Unidos: Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago: 2018), 3, https://aqli.epic.uchicago.edu/wp-content/uploads/2019/12/UCH-1694_Master-China-Report_v3_update12-10.pdf.

[9] Osvaldo Rosales, El sueño chino, 118.

[10] Redacción Xhinhua, “Presidente chino insta a construir civilización ecológica socialista,” Xinhua, 2 de diciembre, 2016, http://spanish.xinhuanet.com/2016-12/02/c_135876883.htm..

[11] https://compromiso.atresmedia.com/hazte-eco/noticias/solar-valley-ciudad-china-repleta-paneles-solares_201703135943e9580cf26e79abb22fc3.html

[12] https://www.xataka.com/energia/con-una-capacidad-de-2-000-mw-la-que-sera-la-planta-solar-mas-grande-del-mundo-inicia-operaciones-en-india

[13] https://blog.structuralia.com/parque-eolico-de-gansu-en-china-la-mayor-instalacion-de-energia-eolica-del-mundo

[14] PNUMA, “La recuperación post Covid-19: cómo articular respuestas integradas a las crisis sanitaria, ecocómica y climática en América Latina y el Caribe.” ONU, 1, 2020. http://coronavirus.onu.org.mx/wp-content/uploads/2020/05/4-Resumen-ejecutivo-La-recuperación-post-COVID19-como-articular-respuestas-integradas.pdf

[15] Ibid, 2-5.

[16] Benott Faucon, “Devasta Guerra de precios a los más pobres de la OPEP,” The Wall Street Journal, 1 de abril, 2020.

[17] Venezuela: exportaciones, https://oec.world/es/profile/country/ven/.

[18] Benott Faucon, “Devasta Guerra de precios a los más pobres de la OPEP.”

[19] PNUMA, “La recuperación post Covid-19: cómo articular respuestas integradas a las crisis sanitaria, ecocómica y climática en América Latina y el Caribe.”

[20] Jorge Monroy, “México, lugar 14 de países con más inversión en energía renovables.” El Economista, 2 de octubre, 2019, https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Mexico-lugar-14-de-paises-con-mas-inversion-en-energia-renovable-20191002-0090.html

[21] https://stbdeacero.com/2015/01/21/energia-solar-para-comunidades-rurales-en-mexico

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