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Marriage for all: Japón y el matrimonio igualitario

Marriage for all: Japón y el matrimonio igualitario

El pasado mes de junio, un tribunal en Osaka, Japón, desestimó una demanda donde tres parejas homosexuales exigían al gobierno japonés una indemnización por discriminación al habérseles negado la posibilidad de contraer matrimonio. Esto fue un duro golpe a los derechos LGBT+ en Japón.Particularmente, afectó la causa de la libre unión matrimonial, que lleva años en un limbo debido a un conflicto legal.[1]Mientras que en algunos sitios como Sapporo, donde en 2021 se declaró inconstitucional la prohibición al matrimonio igualitario, se busca un nuevo esquema matrimonial que incluya a todas las personas, otros lugares ven esta prohibición como algo fundamentado en la constitución.[2] ¿Pero qué es lo que dice la ley japonesa sobre la homosexualidad? ¿Por qué Japón, pese a haber sido el primer país en declarar legal la homosexualidad en Asia, sigue imposibiltando la libertad de que las parejas del mismo sexo se casen?

 Históricamente, la homosexualidad en Japón ha sido tratada de diferentes maneras. En los siglos antes de Meiji y la restauración de 1868, las relaciones entre personas del mismo sexo eran recurrentemente representadas en pinturas, literatura y era común que los shoguns y samurais participaran en actos afectivos con otros hombres.[3] En el sintoísmo se consideraba la sexualidad como un asunto individual. Incluso los dioses del panteón lo practicaban. Vale citar que Amaterasu, una de las deidades principales, a veces era retratada en experiencias lésbicas.[4] La situación cambió negativamente en el siglo XIX cuando las potencias occidentales obligaron a Japón a abrirse económicamente y llevaron sus leyes familiares y morales al archipiélago provocando la censura y prohibición temporal de las relaciones homosexuales.

[5] En la actualidad hay aceptación cada vez mayor, sobre todo entre las nuevas generaciones. Según una encuesta hecha en 2021 por el Pew Research Center, el 92% de jóvenes entre 18 y 29 consideran que la homosexualidad debe ser algo aceptado por la sociedad en su totalidad.[6] Además,hay una apertura a la diversidad de expresiones de género, especialmente en los medios de comunicación son muy populares los mangas y animes BL (boys love) y yuri (amor entre chicas). No obstante, los derechos LGBT+ aún están lejos de ser lo que Japón necesita, pues su constitución sigue ambigua con respecto al matrimonio. Mientras el articulo 14° dicta que “todos los ciudadanos son iguales ante la ley” y que la discrimicación por sexo esta prohibida, el artículo 24° suscita que “el matrimonio debe ser consentido entre ambos sexos”, especificados como mujer y hombre.[7] Esta contradicción es muy grave pues no sólo frena los avances en derechos humanos si no que deja a las parejas desprotergidas y expuestas a la discriminación y a problemas legales. Por ejemplo, con las leyes actuales tampoco se puede heredar patrimonios o acceder a derechos parentales.

[8]La declaración de inconstitucionalidad en Osaka deja en claro que la comunidad LGBT+ sigue siendo vulnerable pero también está unida para no dejar de exigir la legalización del matrimonio. En los últimos años, múltiples organizaciones como Marriage For All, formada por abogados y profesionistas, han ejercido presión para que el gobierno cambie de una vez por todas su constitución y permita que las personas se casen libremente, independientemente de su género. Hasta el momento, lo más cercano que existe al matrimonio son uniones simbólicas sin beneficios legales, lo cual es un avance pero no es suficiente.[9] El Partido Liberal Democrático, el dominante desde 1955, necesita cambiar urgentemente su punto de vista sobre la comunidad LGBT+ si no quiere quedarse por detrás del resto de países del G7, donde Japón es el único que no ha reconocido el matrimonio igualitario.

[1] Zubaida Abdul Jalil, “Japan: Osaka court rules ban on same-sex marriage constitutional”, 20 junio 2022, https://n9.cl/fquw4, consultado el 17 de octubre de 2022.

[2] Christian Crohn, “Japan: a very different Valentine’s Day story”, https://n9.cl/haasu, consultado el 18 de octubre de 2022.

[3] Louis Crompton, Homosexuality and civilization, Cambridge, Harvard University Press, 2006.

[4] Olivia Bernkastel, “Shinto and LGBT+ culture: Connected from the ancient to modern era”, 18 diciembre 2018, https://n9.cl/k8sof, consultado el 15 de octubre de 2022.

[5] Isabel Fountain, “How and why did tolerance towards male homosexuality disappear in Meiji Japan”, The Manchester Historian, https://n9.cl/72n0n, consultado el 15 de octubre de 2022.

[6] Jacob Poushter y Nicholas Kent, “The Global Divide on Homosexuality Persists”, https://n9.cl/1jk8v, consultado el 14 de octubre de 2022.

[7] Prime Minister of Japan and his Cabinet, “The Constitution of Japan” https://n9.cl/2go3m, consultado el 14 de octubre de 2022.

[8] Loc. cit.

[9] Isabel Reynolds, “Tokyo Opens Same-Sex Partnership System for Applications”, 10 octubre 2022, https://n9.cl/ffhmq, consultado el 12 de octubre de 2022.

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La crisis de refugiados ucranianos: La solidaridad europea y futuras crisis migratorias

La crisis de refugiados ucranianos: La solidaridad europea y futuras crisis migratorias

María José Padilla Soberón

Si existe una frase que puede resumir el discurso del Estado de la Unión que pronunció la presidenta de la Comisión Europea el pasado 14 de septiembre, sería esta: “A medida que observamos el estado actual del mundo, a menudo puede parecer que se está desvaneciendo lo que alguna vez pareció tan permanente”. La aseveración no es exagerada. La pandemia, la invasión rusa de Ucrania y las presiones inflacionarias pintan un panorama que hace algunos años parecía imposible. Como es natural, la Unión Europea no ha sido inmune a estas amenazas. Quizá debido a la cercanía geográfica y a la historia misma de la fundación de la Unión Europea, el discurso de Von der Leyen se concentró especialmente en la invasión de Ucrania y, por unos minutos, en uno de los temas más urgentes respecto a la invasión: el de los refugiados ucranianos.

            La migración y el refugio son dos de los temas más controvertidos y complicados dentro del proceso de la integración europea. Generalmente, para los Estados es difícil generar consenso con respecto a las políticas que la Unión Europea debería adoptar para manejar los flujos migratorios. Sobre esto, sin embargo, la crisis de refugiados desatada por la invasión de Ucrania parece ser una excepción. En los últimos meses, Europa ha mostrado sorprendente solidaridad y unidad frente a lo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ha llamado “la mayor crisis de refugiados de Europa de este siglo”. De manera unánime, el Consejo Europeo aceptó la implementación de un mecanismo de emergencia que permite agilizar la recepción de un gran número de refugiados ucranianos al mismo tiempo y garantizar su protección. Incluso algunos países que han sido especialmente vocales con respecto a sus políticas antimigrantes –como Hungría, Polonia y Eslovaquia– han sido quienes han recibido a más migrantes y refugiados.

            La excepcional conducta de la UE frente a los refugiados ucranianos puede explicar por qué Von der Leyen propuso utilizar el mecanismo de emergencia como un mapa para diseñar una respuesta igual de efectiva frente a otras crisis migratorias. La presidenta de la Comisión busca hacer de la excepción la regla. Esta idea, aunque idealista y deseable, es poco sostenible y viable. El reciente plan para refugiados ucranianos no puede servir como guía para el manejo de crisis migratorias futuras porque este no lidia con los problemas centrales que han limitado y vulnerado la discusión del tema dentro de la Unión Europea.

            Usualmente, los políticos y Estados que rechazan la entrada de migrantes y refugiados a Europa utilizan cuatro argumentos básicos: la erosión de la identidad europea producto de la inclusión de diferentes nacionalidades; la carga desproporcionada sobre países con fronteras exteriores y sobre países con sistemas sociales fuertes; las consecuencias de la migración en la economía (particularmente en los empleos), y el peligro que supone para la libre movilidad dentro del Espacio Schengen. A lo largo de todas las discusiones sobre política migratoria dentro de la Unión Europea, es común encontrar uno o varios de estos argumentos como evidencia de que es necesario frenar los flujos migratorios hacia el continente.

Cuando se discute el tema de los refugiados ucranianos, el panorama es distinto. Para empezar, el argumento de la erosión de la identidad europea no es un punto de conflicto. Las razones son evidentes: la primera es que la mayoría de la población de Ucrania es blanca, y la segunda es que aproximadamente 84 % de la población es cristiana. Estos elementos no son triviales cuando la mayoría de los refugiados que se consideran indeseables no comparten estas características. Bajo estos ideales –que quizá rayan en lo racista–, es poco probable que la erosión de la identidad europea se denuncie como un problema frente al gran flujo de refugiados ucranianos.

Sin embargo, no es posible decir que la crisis de refugiados de Ucrania está libre de los otros argumentos tradicionales en contra de la migración. La carga desproporcionada sobre países con fronteras exteriores se ha manifestado de manera particular en los últimos meses. Polonia, Hungría y Eslovaquia, países que no necesariamente son reconocidos por sus intenciones promigración, son quienes más refugiados han recibido hasta ahora. En tan solo unos meses, la población de Varsovia ha aumentado en 15 %, y, en Hungría, han llegado cerca de un millón trescientos mil refugiados, lo que equivale al 13 % de su población. La Unión Europea preparó un fondo que estima que cubrirá hasta 17 mil millones de euros para cubrir los gastos que implica acoger refugiados. El fondo suena más que generoso, pero esto no ha impedido que los países que han acogido refugiados pidan aún más. Hace unas semanas, Polonia declaró que necesitaban más fondos inmediatamente porque sus ciudades estaban sobrepasadas. Los fondos que la Unión Europea ha asignado parecen no ser suficientes para aliviar la carga de los receptores de refugiados. Lo cierto es que, aunque la Unión Europea decida asignar aún más fondos, si la percepción de los Estados que reciben refugiados sigue siendo la de que la carga es superior a lo que pueden recibir, el proceso se erosionará rápidamente.

Más aún, las presiones inflacionarias, así como el desempleo, podrían elevar los costos económicos y políticos de acoger refugiados. A la larga, la presión sobre países receptores parece que puede seguir siendo la misma que en otras crisis, más allá de lo que los discursos puedan señalar. A este problema habría que sumarle que los países en el norte europeo, que generalmente tienen sistemas sociales más fuertes, son propensos a recibir más refugiados que buscan residencia permanente allí. La creciente movilidad hacia países del norte y la carga desproporcionada subsecuente sobre los Estados puede traer otro tipo de problemas para la Unión Europea; por ejemplo: partidos políticos euroescépticos y con políticas antimigratorias.

            Subyacentes a los problemas recién señalados, los salarios generalmente caen –al menos en el corto plazo– cuando llega más mano de obra. Si esta tendencia empezara a marcarse con los refugiados ucranianos, los gobiernos podrían enfrentarse a problemas con sus conciudadanos: su calidad de vida se vería reducida drásticamente. Similar al problema anterior, esto podría desacreditar muchos de los esfuerzos de la Unión Europea en sus intentos de aliviar la crisis migratoria y de consolidar una política de empleo estable.  

            La Unión Europea debe considerar que, para resolver sus problemas respecto a la discusión de migración y asilo, no es suficiente contar con solidaridad europea y voluntad política. El refugio y la migración son problemas reales, que merecen medidas justas y cuidadosamente calibradas para poder garantizar el cumplimiento de los derechos humanos de todos los involucrados. Aunque, sin lugar a duda, resulta conmovedor ver el despliegue de la solidaridad europea en el marco de la invasión de Ucrania, aspirar a que las decisiones tomadas para acoger a los migrantes ucranianos se conviertan en una hoja de ruta para las siguientes crisis migratorias es ilusorio. La recepción de refugiados ucranianos no elimina los problemas que la UE siempre ha enfrentado cuando se trata de temas migratorios. La respuesta hacia la tragedia de Ucrania es excepcional, por un lado, y deficiente, por otro. Es compresible que, en el estado actual del mundo, Von der Leyen intente poner énfasis en aquello que puede devolver la esperanza a los ciudadanos europeos. Señalar la solidaridad europea desplegada durante la invasión resulta pertinente, pero es un error proponer un plan basado en una actitud solidaria coyuntural y deficiente en algunos aspectos como guía para lidiar con futuras crisis migratorias. En tanto el asunto se trate de la dignidad y la vida de millones de personas, los planes de migración y refugio deben analizarse a profundidad, mejorarse constantemente y, también, deben descansar en algo más que idealismo y solidaridad europeos.

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POR MI RAZA HABLARÁ MI EXPERIENCIA: Reflexiones de una brevedad

POR MI RAZA HABLARÁ MI EXPERIENCIA: Reflexiones de una brevedad

De la impresión civilizada a la inseguridad racial, o de lo otro.

México es un país racista.

 

Europa, para sorpresa de algunos, es un continente que también lo es.

 

Yo soy un hombre bajito, delgado y moreno. No pasó un solo día en el continente europeo sin que alguien o algo me lo recordara. Desde que llegué hasta que partí. En detenciones aleatorias en aeropuertos y estaciones, en incontables insultos que recibí en la calle, en la extraña sexualización, acoso y fetichización de la que fui sujeto, así como en el par de ataques que recibí. Estando allá mi cuerpo se volvió una ineludible presencia en los lugares que ocupaba y una carga para mi y para las personas a mi alrededor. No sólo por el hecho de que la corporeidad de mi persona facilitara con tanta sutileza mi percepción como agente externo, sino porque fue mi cuerpo el medio por el cual se transmitieron incontables miedos, deseos e ideas que enarbolan la percepción del otro sobre el que se ha construido la identidad europea y la identidad occidental. Por lo que me hicieron saber, el solo hecho de estar ahí, de tener mi color de piel, de vestirme como lo suelo hacer, de hablar como lo hago, ya era percibida como una disrupción. Como una anomalía con la que debían interactuar y, hasta cierto punto, convivir.

 

No quiero que este texto se interprete como malagradecimiento, de mis padres que me apoyaron, de la gente que conocí, o de las personas que tuve el orgullo y la felicidad de poder llamar amistades. Que me recibieron en sus casas y en sus corazones, que definitivamente quitaron el sabor amargo de las peores interacciones de mi paladar. No quiero decir que europa sea un continente que no valga la pena visitar o buscar, o mucho menos que nadie dentro de europa valga la pena. Solo quiero plantar en palabras lo que me había incomodado de mi estancia allá. Que aquella perfección que tanto había sido retratada en el sistema educativo, en las anécdotas de mis amistades, blancas, es una plenitud virtual para las personas como yo. Que lamentablemente en la idea de europa no caben todxs y que, tal vez por lo mismo, se vuelve verdaderamente menester buscar maneras alternativas de concebirse a uno. Que tal vez la identidad propia, y este delirio civilizatorio no es la mejor manera de quererse a sí. Y que tal vez, no es necesario ser una mezcla perfecta de un pasado y un presente para ser un yo.

 

Ahora, vale la pena aclarar que la disrupción no fue mala en sí. La convivencia entre grupos de distintos orígenes tampoco fue inherentemente excluyente. Para mí y para todas las personas de mi alrededor trajo oportunidades de aprendizaje sobre el otro. El problema, no obstante, se desarrolló en dos partes; como avatar de la percepción que tenían algunos europeos de sí, y como reflejo de lo que los mexicanos percibimos de nosotres como totalidad y conjunto de partes. Para lo primero, junto a la idea de europa y de occidente, en muchos casos, viene la idea normativa y homogeneizante de civilización, de orden y de identidad. Adjunto a su identidad como grupo hegemónico, viene el precepto inherente de su civilización como la civilizada por excelencia: la que sigue las reglas, la que respeta los derechos, la que tiene fallas pero menores en comparación con la del resto del mundo. En contraste directo el resto de civilizaciones, y las personas que las encuerpan, adquieren características que, sean positivas o negativas, son vistas como ausentes de la idea de lo europeo, extranjeras a sus valores.

La comunidad latina, la comunidad árabe, la comunidad africana, tanto son exóticas y atractivas como peligrosas y de cuidado. Había la posibilidad de beneficios sociales si tu presencia solamente cargaba las primeras y renegaba las segundas. Ahora, si las instituciones del continente, y las personas que las ejercen, te percibían como parte de lo segundo, corrías el riesgo de encontrarte de cara con el peor aspecto que la idea europea carga con sí. Las reglas necesarias se convertían en imposiciones arbitrarias, el orden en un objetivo inalcanzable en el que uno no cumple de inicio los estándares necesarios y la corporeidad, como las tierras en el pasado, deja  de ser una zona autónoma y se convierte en un objetivo de conquista. En consecuencia, mi cuerpo tal y como se ve, bajito, delgado y moreno, era encasillado en  una percepción donde poco importaba el contenido de mi carácter. Así como era picante por que me gustaba bailar, era un imán policial al que las detenciones arbitrarias le sobraban, así como decían que cargaba sazón con mi actuar, también cargaba la sospecha de ser usuario y vendedor de drogas o de explosivos por parte de figuras de autoridad o de los padres de mis amistades. Así como mi cuerpo era descrito como exótico y atractivo para quienes lo querían con consentimiento, así era descrito para quienes trataron de obtenerlo por la fuerza. Supongo que hay latinos y mexicanos que pueden quedarse en lo primero, en lo superficialmente benéfico, pero para mí,  como hombre moreno y racializado, no quedaba de otra más que quedar del otro lado: en lo indeseado.1 Y fue cuando lo más cercano a un neo-nazi me escupió en el transporte público de Budapest que lo acabé de entender. Mi totalidad, mi corporeidad, mi racialidad era ajena a la idea de un continente al que activa o pasivamente, por efectos  del sistema educativo e histórico, se encontraba en el centro de mi cosmovisión. Mi totalidad era incompatible a la idea de lo europeo, por más que lo europeo siempre fuese central a la definición de lo propio.

De la inseguridad racial a la mezcla contradicoria , o de lo  propio

Lo bello del antirracismo es que no tienes que pretender estar libre de racismo para ser antirracista. El antirracismo es el compromiso con luchar el racismo donde sea que lo encuentres, incluido en tí mismo.

Y es el único camino hacia adelante.

Ijeoma Oluo

 

Recuerdo que en algún punto de mi primaria discutimos sobre la identidad mexicana. La profesora guio una discusión que concluyó, entre otras cosas, en la afirmación de que como personas mexicanas, sin importar nuestro color de piel, todes éramos mestizes. Ni hijos de indígenas, ni de españoles, mestizes. Porque por ahí iba la identidad mexicana, en la mezcla “perfecta” de las razas. Recuerdo la inseguridad que este concepto me causaba cuando, por ejemplo, me quejaba del trato diferenciado que recibíamos las personas morenas en contraste con el de las personas blancas. Recuerdo que en la secundaria este concepto seguía usándose como sombrilla para abarcar a todes, y es que todes querían ser mestizos, las personas blancas y las morenas. Porque para nosotres la banda morena, era preferible ser mestizo a indígena; se veía como una mejora sin serlo. Si tus papás eran indígenas o hablaban algún otro idioma no europeo era algo motivo de vergüenza y burla. En las discusiones con las amistades se discutía la mejora de la raza como una premisa fundamental aceptada. En nuestras relaciones y en nuestras familias. Mientras que para los blancos el mestizaje era igualmente atractivo, no porque valoraran a los pueblos originarios, sino porque proporcionaba una fachada de igualitarismo. Les permitía mantener sus beneficios sociales y continuar la occidentalización como atractivo, a la par que callaban cualquier voz de disidencia. Permitía la continuación del “todos somos mestizos” porque su consecuencia lógica era la imposibilidad del racismo.

 

Es que la idea de mestizaje no es ni de mezcla ni de inclusión, es de cambio y purificación. Porque cuando el mestizaje se ejecuta no se busca la continuación de los valores o costumbres indígenas, ni su rescate en alguna suerte de mezcla perfecta, se busca el blanqueamiento de las personas y su cambio de salvajes a civilizados. Para lo cual la idea de europa es fundamental. Pues es el arquetipo europeo, el de lo blanco, el de lo civilizado y el de lo occidental el que necesariamente se planta a sí como contrario al arquetipo indígena que en consecuencia representa lo que se quiere dejar atrás. Lo europeo, lo no cercano, lo blanco, es aquel horizonte al que nunca se podrá llegar pero tampoco se podrá dejar de aspirar; mientras que lo indígena, lo nativo, lo moreno, es aquella realidad que aunque siempre presente nunca se puede dejar de renegar, es aquel “sí, soy moreno, pero yo cuando bebé era blanquito”.

Ambos ideales, el de la aspiración y el de la negación, son esenciales en la construcción de ambos; el mestizaje y lo mexicano. Pues es lo primero lo que sustenta lo segundo; el mestizaje actúa como una pintura democrática que permite la subsistencia, por más destructiva  que sea, de la identidad mexicana. Le dota de la capacidad integradora que trae consigo la homogeneización de un territorio cuyas poblaciones son definidas por la diversidad, permite a la identidad mexicana plantarse en una perpetua lucha aspiracional.

 

Donde la idea de mejorar la raza es representativa de una ideología que ve hacia europa y lo europeo como lo único civilizado y, por tanto, la única realidad a la que deberíamos querer llegar. Lo que fuerza por acción y omisión al mestizaje dentro de una corriente que, si bien no es blanca en sí misma, apela a la blanquitud. Porque no se trata de ser blanco y rubio de ojos azules (aunque serlo no caería mal), sino de forzar a las personas por más morenas o indígenas que sean, a rechazar esa prietitud y abrazar la blanquitud, al vestirse del modo europeo, al expresarse como los europeos y al actuar de manera sofisticada como lo hace lo europeo. Situación que me dejo a mi y a muchos morritos morenos pensando en su color de piel como una sanción, como algo que deberíamos renegar en una eterna búsqueda de la aclaración, de la mejora. En consecuencia y sin quererlo mi formación como persona mexicana, que se entendía mestiza, acabó posicionando lo blanco y lo europeo como algo central de mi identidad, como algo que no debía dejar de buscar. Imagínense el shock cuando, al llegar allá, caí en cuenta que el espacio que hasta entonces en mi cabeza se había constituido como ideal era totalmente ajeno al de mi realidad. Me vi forzado a dar razón de que el entorno del otro, que hasta entonces para mí era visto como lo deseable, en realidad se hallaba en plena contradicción con lo propio. Mi aspiración occidental era incompatible con la realidad.

De la mezcla contradictoria a la búsqueda decolonial, o de lo      propio con respecto a lo otro.

Llegué a Europa con la llegada del año 2022. Salí el último día de junio del mismo año. Fue ahí, en un ambiente regido por lo externo y foráneo, en el que me acabé de entender a mí y a mi identidad. Pues, así como el mestizaje, mi realidad estaba construida con una aspiración muy clara, la de lo civilizado, lo blanco, y lo europeo. Al arribar a europa caí en cuenta que ese espacio en el que yo buscaba entrar simplemente no existía. La forma que tomó este descubrimiento no fue la de un choque repentino, sino la de un impacto en cámara lenta, donde cada día un fragmento distinto chocaba conmigo y me hacía dar razón de mi y mi corporeidad. No acabó pasando un día sin que el continente europeo me lo recordara. Yo, hombre moreno, delgado y bajito, llegué a europa pensando que ahí tal vez y sería diferente. Que la aspiracional unión europea y la liberal república francesa chance y me tratarían de una mejor manera que lo había hecho México. Sin embargo, no fue así. Me vi forzado a caer en cuenta de que México es un país racista, y europa, para mi sorpresa, también lo era.

 

1. No supe exactamente dónde mencionar que creo que mi identidad específica como hombre racializado fue crucial en delimitar mi experiencia. Pienso que como persona racializada que se auto-percibe y es percibida como hombre, la respuesta que recibí de las personas e instituciones tuvo similitudes mas no fue análoga a la de las mujeres y personas que no caben en este binarismo que limita a todes. Mi experiencia me hace creer que en este lado del binarismo sí hay exotización, pero no sobra (como tal vez le haya sucedido a mis compañeras y compañeres morenas), no obstante la experiencia que para mi y mis compañeros morenos abundó (al menos con quienes pude compartir anécdotas) fue la de la criminalización; que si no he sabido explicar hasta este punto, es la que al final no pude evadir.

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Entre descontento y cuestionamientos: ¿Cómo llega Biden a las elecciones intermedias?

Entre descontento y cuestionamientos: ¿Cómo llega Biden a las elecciones intermedias?

Diego Flores Espino

El próximo 8 de noviembre se celebrarán las elecciones intermedias en Estados Unidos, exactamente a seis años de la polémica disputa entre Hillary Clinton y Donald Trump. Éstas servirán al presidente Joe Biden -quien hoy en día es el mandatario más longevo en la historia de su país- para medir su fuerza electoral, hacer un balance de su administración y como la antesala de la contienda presidencial de 2024. Estarán en juego los 538 asientos de la Cámara de Representantes, un tercio de los escaños del Senado (ambos controlados por los Demócratas) y 36 gubernaturas.[1] 

La principal pregunta aquí es: ¿cómo llega Biden a las elecciones tras dos años en el gobierno? El pasado 13 de septiembre, la agencia Reuters publicó una encuesta donde señaló que únicamente el 39% de los estadounidenses aprobaban su gestión.[2] Este número tan bajo se puede explicar por la creciente inflación -con un máximo de 9.1% en junio de 2022[3]– que provocó un alza en el precio de la gasolina, medicinas y otros productos esenciales (y ni siquiera el “Inflation Reduction Act”, que fue aprobado por el Congreso, pudo controlar el descontento), así como por el manejo de la crisis en Ucrania, la política sobre el uso de armas y las preocupaciones por su estado de salud.

Sin embargo, uno de los rubros donde la aprobación de Biden tiende a números favorables es la gestión de la pandemia que, aún y con algunas inconsistencias como la declaración del aparente fin de esta en Estados Unidos y las actualizaciones de lineamientos de los CDC, se consolida un 47% de aprobación[4]. Lo anterior podría entenderse por la estrategia de vacunación (el gran despliegue y facilidad para acceder al biológico y recientemente a su forma actualizada para combatir la variante Ómicron), la disponibilidad de medicamentos como Paxlovid y la facilidad que tiene la población para realizarse una prueba de detección del virus. Es importante analizar este ámbito ya que una de las promesas que hizo Biden durante la campaña de 2020 fue, precisamente, un mejor manejo de la pandemia: basado en la toma de decisiones sustentadas por datos y evidencia, siempre con rendición de cuentas.

En cuanto a tendencias, The Economist muestra una predicción del número de asientos y escaños que cada partido ganaría en la Cámara de Representantes y el Senado respectivamente; obtenida mediante una simulación que considera encuestas, condiciones demográficas y un historial de resultados. En la última actualización del 22 de septiembre se muestra que, en el caso del Senado, los Demócratas conservarían su mayoría con un mínimo de 48 y hasta 55 escaños. [5] En la Cámara de Representantes el escenario sería contrario y los Republicanos obtendrían la mayoría: entre 207 y 239 asientos.[6] De cumplirse este modelo, Biden ya no contaría con el control del Congreso y podría causar divisiones al momento de pretender aprobar iniciativas, orillándolo a tener que negociar con los Republicanos.

Hay que destacar que el descontento percibido entre la sociedad también puede verse al interior del Partido Demócrata, donde algunos sectores rechazan la idea de que Biden vuelva a presentarse como candidato para las elecciones de 2024 y sugieren que debería abrirse paso a una nueva generación de políticos. Esto resultaría controversial puesto que la última vez que un presidente decidió no contender por la reelección fue en 1968 cuando Lyndon B. Johnson declinó la candidatura del Partido Demócrata.[7] En caso de que el actual jefe de Estado siguiera los mismos pasos, la candidata natural a sucederlo sería la vicepresidenta Kamala Harris.

Otro obstáculo para Biden en estas elecciones es la sombra de su principal rival: el expresidente Donald Trump. En los últimos meses, el magnate ha vuelto a ser tema de conversación por sus fuertes críticas al gobierno demócrata, sus insinuaciones de que contenderá de nuevo por la presidencia en 2024 (pues afirma que Estados Unidos necesita ser rescatado otra vez), el cateo de una de sus propiedades en Mar-a-Lago y la demanda interpuesta en su contra por la fiscalía de Nueva York. A pesar de las polémicas que causa su figura, no se puede negar que sigue teniendo una base firme de votantes y ha demostrado que puede capitalizar el descontento de un sector de la población que ve su forma de vida en peligro.

En conclusión, todo esto lleva a reflexionar que, sea cual sea el resultado de las intermedias, Biden enfrentaría un reto si verdaderamente aspira a la reelección: consolidar su candidatura. Deberá hacer una autocrítica de su desempeño en el cargo, acercarse a su partido, escuchar a los jóvenes, a las mujeres, a las víctimas de la violencia por armas, a los grupos que encabezan la lucha climática, a los afroamericanos, a los migrantes, a la comunidad LGBT+, a los pequeños empresarios y al personal de salud. Deberá comprender a un electorado estadounidense que en más de una ocasión ha demostrado estar en constante cambio, ante el cual nada está decidido y tendrá que convencerlos de que sigue siendo la mejor opción para estar al frente de Estados Unidos. Lo anterior será crucial si para enero de 2025 Joseph Biden quiere seguir siendo llamado Mr. President.

[1] Phillips, A. (2022). What to know about midterm elections. The Washington Post. https://www.washingtonpost.com/politics/2021/12/14/midterm-elections-what-to-know/

[2] Reuters. (2022). Biden approval polling tracker. https://graphics.reuters.com/USA-BIDEN/POLL/nmopagnqapa/

[3] Statista. (2022). United States inflation rate, by month 2022. https://www.statista.com/statistics/273418/unadjusted-monthly-inflation-rate-in-the-us/

[4] Zhou, L. (2022). President Joe Biden’s low approval rating, explained in 9 charts. Vox. https://www.vox.com/2022/7/21/23220696/joe-biden-bad-polls-approval-rating-economy-inflation

[5] The Economist. (2022). The Economist’s 2022 Senate forecast. https://www.economist.com/interactive/us-midterms-2022/forecast/senate

[6] The Economist. (2022). The Economist’s 2022 House forecast. https://www.economist.com/interactive/us-midterms-2022/forecast/house

[7] Wallenfeldt, J. (2020). Have any U.S. presidents ever decided not to run for a second term? Britannica Beyond. https://beyond.britannica.com/have-any-u-s-presidents-ever-decided-not-to-run-for-a-second-term

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El imperialismo japonés y El Viaje de Chihiro

El imperialismo japonés y El Viaje de Chihiro

Pamela Josefina Díaz Valdés

En 2003 fue estrenada la película El Viaje de Chihiro, producida por uno de los estudios más importantes de Japón y del mundo del entretenimiento: Studios Ghibli dirigida por Hayao Miyazaki, quien es uno de los directores más constantes y relevantes del mundo de la animación. Esta película es importante para la cultura popular ya que cuenta con una historia que, aunque se sitúa en momentos concisos de la historia japonesa, inspira valores universales a partir de una de las situaciones más comprendidas por los seres humanos: la infancia. Los valores universales son mencionados porque la cultura capitalista dentro de la globalización ha permitido que existan experiencias compartidas alrededor del mundo. 

Los temas principales que serán mencionados en este texto son, la industrialización de Japón, la construcción del Estado imperial en la época Meiji y la película El Viaje de Chihiro. Paralelamente será mencionada la época de las llamadas décadas perdidas de Japón ya que, aunque poca parte de la película realmente está situada ahí, la creación de esta fue durante este tiempo, estrenándose finalmente en el 2003, cuando por fin acaba la decadencia económica japonesa. 

El problema principal es el capitalismo desembocado por el crecimiento industrial y la etapa imperialista en Japón a finales del siglo XIX, lo cual llevó a las personas a valerse a partir de sus facultades de producción de trabajo. El énfasis en Japón es por la película que guiará el análisis. En la etapa actual del capitalismo tardío pandémico es relevante reconocer el hartazgo que han provocado los valores del sistema actual, y una forma de hacerlo es a través del arte, específicamente a través del cine que es, en sí, una forma de reflejar la realidad, que ayuda a interpretar los fenómenos históricos.

La pregunta que pretende responder este ensayo es: ¿Por qué el periodo de industrialización japonesa y su construcción como imperio es relevante para comprender la película El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki? Esta pregunta de investigación está dirigida a responder cómo las sociedades industrializadas, específicamente la de Japón, han sido afectadas por el capitalismo y la cultura del trabajo que arribaron en los imperios y continúan hoy. La hipótesis que propone el desarrollo del texto es que El viaje de Chihiro es situado en la era Meiji, donde inició la industrialización japonesa; la historia gira en torno a la vida laboral y la deshumanización que provoca el capitalismo imperial temprano. El ensayo partirá de una perspectiva histórica y será delimitado por las épocas que son tratadas en la película: el periodo Meiji y las décadas perdidas.  

A finales del siglo XIX las potencias europeas, específicamente Inglaterra y Francia, comenzaron a dividirse el pastel que era el mundo. Mientras tanto, Japón temía que los crecientes países imperialistas lo acorralaran comercialmente o lo intentaran colonizar. En esos momentos Japón sufría insuficiencia de materias primas, por lo cual decidió incursionar en la industrialización, para lograr tener un puesto relevante en el panorama internacional. Japón comenzó a emular los modelos económicos de Occidente y es así cómo se plantea equiparable a los imperios europeos. Con una economía independiente y una igualdad económica con las potencias, inicia su autonomía y capitalismo temprano.

El periodo Meiji inicia en 1868 y continúa hasta 1915 cuando muere el emperador Mutsuhito; durante este periodo ocurre la modernización industrial del imperio, la militarización, una guerra ganada con China y la anexión de Corea. En 1914 Japón ya era considerada la única potencia-imperio no blanca entre Alemania, Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Con la llegada de la industrialización también llega la cultura del trabajo, importada desde Europa; en este momento las tradiciones relacionadas con el honor en Japón son mezcladas con el utilitarismo individual dentro del sistema económico. Esta fue la respuesta cultural a la imposición capitalista del periodo Meiji, la cual, inevitablemente, terminó en explotación laboral. Este periodo de modernización fue un parteaguas para la consolidación actual de Japón como una nación: la pérdida parcial de la espiritualidad, la inmediata racionalización de las actitudes humanas y ambientales, así como la occidentalización, fueron resultados de este período que el director Hayao Miyazaki retoma en sus filmes.

La película de El viaje de Chihiro retoma los paradigmas impuestos en la era Meiji y reflexiona sobre cómo estos paradigmas han afectado la espiritualidad, la relación con el ambiente, la relación con uno mismo y la imposición de la cultura del trabajo como vocación. Refleja los problemas de la urbanización sin planeación, la contaminación como factores que son originados en la época Meiji y que afectan la forma de vivir tanto física como espiritual de las personas. 

El viaje de Chihiro trata los paralelos de la vida espiritual y de la vida física y no los separa materialmente. La película hace un énfasis en la infancia, no como una etapa de ignorancia o inocencia (como es concebida en occidente), sino que la ven como una etapa crucial de conexión con el ecosistema y con el mundo mágico que vive en las creencias populares. Es en esta etapa donde las personas aceptan los paradigmas sociales, no sin antes cuestionarlos por su curiosidad nata. La película no asume al mundo material como no importante, pero dice que el mundo material es adyacente al espiritual, y recalca la armonía en esto. Desde el inicio, cuando Chihiro se da cuenta de que sus padres se han convertido en puercos después de haberse comido casi enteramente lo que existe en el buffet, es ejemplificada la deshumanización de una manera muy literal, que refleja el consumismo al que las personas están acostumbradas. En la película existe el personaje de Yubaba, quien es una bruja, dueña de donde Chihiro es obligada a trabajar. Haku le explica a Chihiro que, si no trabaja, Yubaba la convertirá en un animal, haciendo un paralelo en que su valor como ser humano reside en su capacidad laboral. En otra escena, cuando Chihiro decide ir a pedir trabajo con Yubaba, esta le dice que es inútil ya que es una niña, y que no le dará trabajo, es aquí donde se arma el paralelo con los cuerpos útiles y la explotación infantil, ya que, aunque sabe que no es útil para trabajar al ser una infanta, Yubaba le termina dando trabajo; aunado a eso le da los peores trabajos que puede encontrar. 

La construcción del mundo al que viaja Chihiro está lleno de trenes de vapor y edificios que representan la jerarquía entre las masas trabajadoras y los dueños de los medios de producción (Yubaba ocupa el último piso y todos los demás están o en las calderas o en cuartos diminutos donde apenas caben). En este mundo los espíritus también ocupan jerarquías, los más valiosos dan oro, y los menos valiosos, como el espíritu sin rostro, aparentan ostentar y dar mucho oro para ser visibilizados en esa microsociedad que es la casa de baños donde transcurre la película. Finalmente, uno de los factores principales en la trama son los nombres, Yubaba los arrebata de las personas y hace que no los recuerden, aparte de ser un acto que erradica al individuo como identidad, también es mostrado como un simbolismo a la relación con el medioambiente. El personaje de Haku es despojado de su nombre y solo Chihiro le puede recordar que él era un rio que fue devastado por la urbanización y explican que es esa la razón por la cual él no puede encontrar su camino a casa, porque fue completamente borrado como ente material. Todo esto es explicado por Hayao Miyazaki, ya que él considera que el medioambiente y la espiritualidad son vitales para la vida del ser humano, y que las ideologías capitalistas han llevado a la destrucción no solo de identidades humanas, sino del ambiente. 

La deshumanización es un problema actual que precariza la forma en la que existimos y nos relacionamos con otros, la cual es ejercida por la explotación laboral y la pérdida de identidades. La forma de trabajo capitalista define al ser humano como parte de los medios de producción, lo cual hace que sea medido a partir de sus capacidades laborales, por lo que es normalizado el abuso de individuos que no caen en el adulto funcional, como lo son las infancias y las personas con capacidades diferentes. 

Sin comprender el punto de inicio de la industrialización y explotación moderna, no se podría comprender completamente la película ni la función de sus personajes. La película se sitúa en la época Meiji de industrialización, pero es alterada en figuras ficticias, de las cuales varias pertenecen a las creencias de Japón; esto simbólico de cómo las historias e identidades espirituales se quedaron en un momento específico de la historia. El viaje de Chihiro es una ventana que conecta la historia económica de Japón a partir de la infancia como herramienta para visualizar una realidad que cuestiona los efectos del capitalismo y que visualiza la espiritualidad como una salida. 

Referencias:

Burbank, Jane y Cooper, Frederick. Imperios. Una nueva visión de la historia universal. Barcelona, Crítica, 2010.

Young, Louise. “Introduction: Japan’s New International History.” The American Historical Review 119, no. 4 (2014): 1117-128. http://www.jstor.org/stable/43695887.

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Por una lucha climática decolonial: (re)enmarcando la justicia

Por una lucha climática decolonial: (re)enmarcando la justicia

Mónica Alexa Beristain Zapata

En 2020 se registró el asesinato de 227 activistas ambientales en 21 países, de los cuales casi tres cuartos sucedieron en América Latina, con 30 asesinatos reportados para México. Resalta el hecho de que la mayoría de las personas asesinadas se oponían a algún proyecto desarrollista; cinco de siete asesinatos fueron de indígenas. Esta situación es la encarnación del sistema capitalista occidental imponiéndose sobre los que no encajan en su marco antropocéntrico. No obstante, la represión de activistas no es la raíz del problema, sino un síntoma de una enmarcación de la justicia que se centra en los valores e intereses del capitalismo global.

Sobre esta cuestión, surge la pregunta de por qué es necesaria una (re)enmarcación metapolítica de la justicia para lograr una justicia climática decolonial. Este ensayo sostiene que esta reenmarcación es necesaria para fomentar la coexistencia de una pluralidad de ontologías sobre la Tierra. Esto con el objetivo de construir herramientas alternas al sistema capitalista que prioricen el equilibrio ecológico antes que la producción desenfrenada. Este tema es fundamental para reconocer y respetar la pluralidad de ontologías y, en el proceso, construir una justicia climática que se preocupe por el bienestar de todxs. 

En el contexto del Estado territorial, el ejercicio de (re)pensar la justicia se había localizado dentro del marco keynesiano-westfaliano. Este se dividía en “dos grandes familias de reivindicaciones de justicia: las de redistribución socioeconómica y las de reconocimiento jurídico o cultural”. Sin embargo, Nancy Fraser propuso replantear la teoría de la justicia como un proceso tridimensional; “incorporando la dimensión política de la representación”.  

Esta nueva estructuración de la teoría de la justicia implica que un individuo o un colectivo pueden sufrir injusticias por falta de representación (a secas) y por falta de representación metapolítica. La primera sucede cuando las normas de decisión política niegan a algunas personas la participación en la interacción social. Por su parte, la segunda implica la exclusión del proceso de deliberación sobre el quién, es decir, la exclusión del cómo de la justicia. 

Ahora bien, esta falta de representación metapolítica es importante porque permite que los Estados, las transnacionales y todo aquello derivado de la euromodernidad monopolice “la actividad del establecimiento de marcos, negando voz a quienes puedan ser perjudicados en el proceso y bloqueando la creación de foros democráticos en los que estos últimos puedan examinar y plantear sus reivindicaciones”. Este es el caso de la lucha climática en la que el capitalismo verde y el activismo de ONG’s apuestan por una asimilación de la crisis ecológica al sistema de producción capitalista dentro del marco del Estado nación. Simultáneamente, la euromodernidad silencia otros saberes que no encajan en su marco “capitalista, racionalista, liberal, secular, patriarcal, blanc[o]” mediante la invalidación ontológica y la represión de activistas climáticos del Sur Global. 

Siguiendo el hilo de ideas, los pueblos-territorios indígenas y del Sur Global están —y siempre han estado— en la vanguardia de la lucha climática. Sin embargo, su lucha es radicalmente diferente a la liderada por los Estados y las transnacionales (que se autodenominan) eco-conscientes. Los saberes generados por estas luchas territoriales “están particularmente sintonizados con las necesidades de la Tierra” porque quienes los producen “sentipiensan con la Tierra; apuntan hacia aquel momento en que los seres humanos y el planeta podrán finalmente coexistir de manera recíprocamente enriquecedora”. Entonces, las Epistemologías del Sur (ES) y sus reflexiones sobre la crisis del clima pertenecen a un marco diametralmente diferente al euromoderno. 

Dicho esto, las diferencias conceptuales están presentes desde la percepción que se tiene de la Tierra y el lugar que tiene el humano en ella, hasta las políticas que se deben de implementar para frenar la crisis climática. Por un lado, la conservación neoliberal redujo la naturaleza a valores comerciales, apelando a que la única manera de preservarla era asignándole un valor económico. A su vez, para el Estado capitalista el desarrollo sostenible —la panacea occidental— “significa convertir una crisis ecológica en un mercado de recursos escasos”. Así pues, con la euromodernidad la naturaleza dejó de ser un límite y se convirtió en un obstáculo que podíamos —y debíamos— superar. 

Por otro lado, dentro de las ontologías relacionales de los pueblos-territorio del Sur, “los seres no ocupan el mundo, sino que lo habitan, y al ir entrelazando sus propios caminos a través de la malla contribuyen al tejido en constante evolución”. Es decir, que reconocen la posición del humano como un habitante más de la Tierra, por lo que su relación con esta y los demás concubinos, debe ser de reciprocidad y respeto. De esta forma, las ES proponen estrategias alternas a las que ofrecen soluciones antropocéntricas. Prueba de este cambio de marco impulsado por la euromodernidad es que la palabra recurso, en un principio, sugería reciprocidad y regeneración; 

procede del latín surgere, que evocaba […] la idea de que la tierra otorga sus dones a los humanos, a los que, a su vez, les conviene ser diligentes para no sofocar esa generosidad.

Con llegada la industrialización y la globalización, “el significado de recursos pasó a ser «materias primas para la industria»”. La racionalidad occidental y sus dualismos cultura/naturaleza llegaron a despojar de su agencia a estos otros mundos no dualistas en la construcción y búsqueda de una justicia ambiental no antropocéntrica. 

Ahora bien, Fraser establece la existencia de dos enfoques para la modificación del concepto de justicia: el primero lo denomina una política de enmarcamiento afirmativa y el segundo lo llama enfoque transformador. El objetivo de este último enfoque es cambiar los límites del quién de la justicia y, sobre todo, cambiar el modo de constituirlos. La autora propone que los agentes que defienden el enfoque transformador, al afirmar “su derecho a participar en la constitución del «quién» de la justicia, están simultáneamente transformando el «cómo», [es decir] los procedimientos aceptados para determinar el «quién»”. De esta forma, Fraser plantea que es necesario democratizar las instituciones para enmarcar el quién, es decir, plantea que “las luchas por la justicia en un mundo de globalización no pueden prosperar a no ser que vayan de la mano de las luchas por la democracia metapolítica”. 

Análogamente, las Epistemologías del Sur proponen una solución similar a la falta de representación metapolítica. Lo que Fraser llama teoría de la justicia democrática poswesfaliana, no puede pensarse desde los esquemas dualistas y elitistas keynesianos-wesfalianos, pero sí desde lo que las ES denominan el pluriverso. El pluriverso es una forma de resistencia ontológica; “un mundo donde quepan muchos mundos”. Específicamente, es una forma de resistencia a “una ontología específica, aquella del mundo universal de individuos y mercados (el Mundo Mundial) que intenta transformar todos los otros mundos en uno solo”. Así pues, en teoría, en un pluriverso, formas diversas de entender y atender la crisis climática pueden coexistir. Más aún, diversas formas de entender la vida, el mundo, la Tierra y la condición humana pueden retroalimentarse desde un respeto y reconocimiento mutuo. 

En suma, este ensayo demostró que es necesario replantear la justicia en el plano metapolítico para reconocer y respetar las ontologías relacionales, y de esta forma, abrir diversos frentes en la lucha por la justicia climática. Claramente, este trabajo es apenas un grano de arena en la amplia labor que implica crear una justicia ambiental decolonial. Sin embargo, se debe comenzar por respetar la vida y la dignidad de las y lxs activistas ambientales, para después poder tener conversaciones epistemológicas que lleven a reconocer y respetar la dignidad de la Tierra y de todxs lxs que la habitamos. Recordemos que un ambientalismo sin lucha de clases —y sin una (re)enmarcación y democratización de la justicia— es solo jardinería. 

Referencias 

Aguilar, Yásnaya. “Nosotros sin México: naciones indígenas y autonomía”. Nexos, 8 de mayo de 2018. https://cultura.nexos.com.mx/nosotros-sin-mexico-naciones-indigenas-y-autonomia/ (Fecha de consulta: 16 de diciembre de 2021).

Durand, Leticia. “¿Todos ganan? Neoliberalismo, naturaleza y conservación en México”. Sociológica, vol. 29, núm. 82 (2014): 183-223.

Escobar, Arturo. “Sentipensar con la Tierra: Las Luchas Territoriales y la Dimensión Ontológica de las Epistemologías del Sur”. Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 11, núm. 1 (enero-abril 2016): 11-32.

Fraser, Nancy. “Replantear la justicia en un mundo en proceso de globalización”. Capítulo IX en Fortunas del feminismo. Quito, Ecuador: Traficantes de Sueños, 2015.

Ruiz-Healy, Eduardo. “Registran 227 activistas ambientales asesinados en 2020; 30 en México”. El Economista, Sec. Opinión, 14 de septiembre de 2021, https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Registran-227-activistas-ambientales-asesinados-en-2020-30-en-Mexico-20210914-0004.html.

Shiva, Vandana. “El mundo en el límite”. En En el límite: la vida en el capitalismo global, eds. Will Hutton y Anthony Giddens, 163-186. España: Tusquets, 2001.

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Sobre la memoria y la democratización

Sobre la memoria y la democratización

Secas de tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a los que estaban y ya no están, o quizás siguen estando, o quién sabe.

—Eduardo Galeano sobre Las Madres de la Plaza de Mayo

Hay experiencias que han marcado el pasado y el presente de América Latina, como el colonialismo, la resistencia de las comunidades indígenas, la lucha y la defensa del territorio, y el enfrentamiento al autoritarismo y la dictadura. Estas vivencias, aunque no generalizadas, han definido el presente de la región y, en mayor o menor medida, se han vuelto parte de la memoria sobre el pasado de violencia y represión. Desde hace más de un par de décadas, buena parte de América Latina ha iniciado un proceso de transición a la democracia donde una de las preguntas centrales ha sido cómo lidiar con el pasado de violencia.

Elizabeth Jelin, socióloga argentina, retoma este cuestionamiento para remarcar la importancia de la memoria sobre las violaciones a los derechos humanos, la represión y la violencia en los procesos de democratización en el Cono Sur. Algunos de los elementos fundamentales del pasado violento es la desaparición de personas, las detenciones arbitrarias y el asesinato de personas opositoras por parte de las fuerzas del Estado, principalmente del ejército. En un contexto donde la violencia y la represión llegan a los límites de lo imaginable, se enraízan en sociedad y anulan la organización y la manifestación en la esfera pública, se mantiene la legitimidad de expresión de una organización: la familia.[1] Señala Jelin que las familias de las víctimas de la violencia sostienen una legitimidad de manifestación y reclamo persistente.

En especial, en América Latina se generó una imagen dual: por un lado, las madres, las abuelas, las viudas, las hijas, las mujeres, las familias; por el otro, el militar, el hombre al servicio del Estado. Los símbolos del dolor de la víctima indirecta se personalizaron en las mujeres, sin dejar de lado a las víctimas directas, muchas de ellas funcionarios públicos, estudiantes, militantes opositores y guerrilleros.[2] En medio de una amnesia social obligada las familias salvaguardan la memoria. Cuando se buscaba que los nombres y los rostros de los desaparecidos se olvidaran, las esposas salen a las calles con sus rostros para que sean recordados. Cuando se buscaba silencio, ellas gritan. Cuando la mayoría de la sociedad ha decidido mirar hacia otra parte para negar la realidad, ellas llaman para mirar al dolor.

La memoria tiene distintas funciones, no sólo enuncia que algo ha ocurrido. Sino que retoma las historias de distintos actores, principalmente de las víctimas para construir un relato político sobre lo que ha sucedido. Por esta razón, es dinámica, se transforma según las circunstancias del presente y las expectativas del futuro, incluso se olvida.[3] Consignas como “Nunca más” muestran la importancia de aprender del pasado y del cambio en el presente.[4] No obstante, no todas las personas pueden construir una memoria en torno al pasado violento, pues muchas no estaban ahí, no lo vivieron; por esta razón es importante la transmisión de la memoria, donde de nuevo la familia es fundamental en la socialización de la memoria.[5]

La memoria, entonces, no es fija ni está acaba, tampoco está exclusivamente anclada al pasado o busca resultados sólo para el futuro. La importancia de la memoria está en al menos dos aspectos: la memoria que se ha construido hasta hoy y la persistencia de las dinámicas de violencia en la región que originan denuncias por parte de las familias. Las experiencias de violencia y represión no son solamente elementos de memoria que han quedado en el pasado tras la democratización; son persistentes, no sólo por ser heridas abiertas y preguntas sin respuestas, sino porque son realidades que se reproducen cotidianamente.

Aunque las experiencias son diversas entre los países, los procesos de democratización en América Latina en algunos casos se han vistos limitados para dar respuestas sobre el pasado y generar procesos de transición a la paz sostenibles. En otros casos, además, han fracasado en tanto se mantiene la represión del Estado, o bien, se han presentado nuevas formas de violencia. Por lo tanto, vale la pena preguntarse: ¿cómo comprender el presente de violaciones a los derechos humanos y desaparición de personas en países donde desde hace un par de décadas se asume una transición a la pluralidad y a la democracia? ¿cómo se volvió concebible hablar de un cambio democrática cuando las violaciones a los derechos humanos del pasado siguen sin resolverse y se replican en el presente? ¿cómo es que seguimos atrapados en una dinámica de amnesia social?

Responder a estos cuestionamientos rebasa los alcances de este texto. Sin embargo, es fundamental voltear al dolor que permanece en la región y en los distintos países, a los rostros que se pretende sean olvidados y a los gritos que rompen el silencio en la actualidad, a la memoria que aún se pretende borrar. La región parece seguir atrapada en una amnesia social, donde la experiencia de la violencia y la represión siguen vigente. En muchos países, como México, las familias y en especial las mujeres se siguen movilizando en el espacio público para exigir justicia, buscar respuestas, reclamar que la violencia pare. Existe, en consecuencia, una deuda con la memoria del pasado y lo que ha construido para el presente, además de una necesidad de replantearnos la democratización en contextos donde la violencia y la represión son el presente.

[1] Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Lima, IEP Instituto de Estudios Peruano, 2012, p. 13.

[2] Ibid., p. 127.

[3] Ibid., p. 147.

[4] Ibid., p. 147.

[5] Ibid., p. 151.

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Quand Marianne devient queer: La contienda presidencial francesa frente a la homofobia

Quand Marianne devient queer: La contienda presidencial francesa frente a la homofobia

Es un domingo en París. Damian y Thomas son agredidos por un motociclista. Le hacen ver que no puede rodar por la banqueta, el hombre da marcha atrás e intercambian insultos. Entiende que Damian y Thomas son pareja, el comportamiento del hombre cambia. La pareja recibe una veintena de golpes en la cara y la espalda mientras son insultados. Alrededor, nadie interviene.[1] La violencia que sufren las personas de la comunidad LGBT+ no se puede quedar al margen en estos tiempos electorales. Al ser un asunto tan controversial, cada candidato tiene una opinión sobre la diversidad sexual y los problemas que enfrenta la comunidad. Así, ¿qué soluciones plantean para la homofobia las plataformas políticas? En este texto revisamos la postura de los cuatro candidatos más fuertes: Emmanuel Macron, Marine Le Pen, Éric Zemmour y Jean-Luc Mélenchon, sus convergencias, disensos y ausencias en el tema.

 

            Antes de pasar al análisis de las propuestas, se presenta un breve contexto sobre la situación jurídica de protección y lucha contra la discriminación homofóica. Todo el andamiaje de políticas públicas y garantía de derechos se ha enmarcado en la movilización de la sociedad civil francesa, en contra y a favor de la diversidad sexual. Por un lado, desde 2012 los retrogradas se han congregado alrededor de la Manif pour tous, que es una movilización conservadora que pretende proteger los valores franceses como la familia tradicional. Se oponen al matrimonio igualitario y la adopción homoparental. Por otro lado, existen organizaciones en favor de la diversidad sexual que participan en las acciones como la marcha del Orgullo –marche des fiertés–. Esto refleja una sociedad polarizada por el tema. 

Dentro de las instituciones el problema de la violencia hacia la comunidad LGBT+ es algo serio y legislado. De acuerdo con el gobierno francés, la homofobia es “una manifestación de odio con respecto a una persona o grupo de personas, en razón de su orientación sexual, real o supuesta”.[2] La homofobia se manifiesta en delitos anti-LGBT como pueden ser en actos injuriosos y difamatorios, violencia, y discriminación.[3] La Policía francesa registró en 2020 un total de 1,590 delitos anti-LGBT, lo que representó una alza del 50% de violencias contra la diversidad sexual frente a 2016. Cabe mencionar que sólo el 20% de delitos son declarados.[4] Existe un sistema consolidado en materia de derechos humanos, pero existen deficiencias en la impartición de justicia.

En materia de políticas públicas existen retos significativos. SOS Homophobie, una de las organizaciones LGBT+ con mayor trayectoria en Francia, asegura que existen importantes retos en la esfera pública. Primero, existe entre funcionarios de la república –sobre todo alcaldes– un desprecio hacia la comunidad LGBT+, en vista de la falta de sensibilización, que afecta también a los funcionarios pertenecientes a diversidad sexual. Segundo, el Estado francés sigue discriminando a los hombres que tienen sexo con otros hombres en la donación de sangre, porque impone una abstinencia de 12 meses previo a hacer la donación. Esto contribuye a los prejuicios sobre una supuesta vida desenfrenada que lleva a que todos los homosexuales estén enfermos de VIH. Tercero, Élisabeth Moreno, delegada del Primer Ministro encargada de la Igualdad entre Hombres y Mujeres y de la Igualdad de Oportunidades anunció en 2020 un ambicioso plan nacional de acciones para la igualdad de derechos contra el odio y la discriminación, no obstante SOS Homophobie cuestiona la vaguedad de las acciones concretas, presupuestos, acciones y medidas, pues temen que no estén a la altura de los contexto en que viven las personas LGBT+ en Francia.[5]

En el discurso Emmanuel Macron ha expresado su apoyo a la comunidad LGBT+ y su preocupación sobre la homofobia como un problema público. Por ejemplo en 2021, en el marco del Consejo Europeo, el Presidente se expresó sobre las políticas homofóbicas húngaras: “luchar contra esas leyes homofóbicas es defender la libertad individual, la dignidad humana en nuestra tierra y por todos nosotros”.[6] La forma de luchar contra los prejuicios resultaba ya desde la campaña presidencial de 2017 algo ambiguo: “¿cómo deconstruir los estereotipos? Para mi, no creo que se resuelva con manuales y guías. Pero las asociaciones pueden intervenir en el terreno escolar, muchas combaten con mucho coraje”.[7] Muchos lo llamaron un programa tibio.

Esto se reflejó en la práctica en políticas públicas vagas. En 2020 se presentó el Plan Nacional de acciones del gobierno por la igualdad de derechos, contra el odio y discriminación anti-LGBT+ 2020-2023, que iba a ser presentado desde antes, pero la pandemia retrasó. Se puede resumir en reconocer derechos, garantizar derechos, eliminar las violencias y mejorar la calidad de vida de los LGBT+ franceses.[8]   En general, aunque existen propuestas interesantes en materia de memoria, comités locales y sensibilización en el sector privado, coloca una responsabilidad sobre las organizaciones de la sociedad civil y no tiene indicadores claros,[9] sino que se limita a enlistar en una sola hoja los “indicadores” que se refieren enteramente a inclusión, pero ninguno a combate a la homofobia. 

Marine Le Pen, presidente del Rassemblement National, una de las representantes de la extrema derecha francesa, expresó su rechazo a la causa homosexual en seguidas ocasiones, por comunitarista y por defender la libertad de consiencia de los alcaldes para no casar a los homosexuales.[10] Para Le Pen, la causa homosexual es una invencion de un lobby, que pretende fragmentar la identidad francesa, que es unitaria. Para Le Pen la identidad homosexual es una amenaza ante la igualdad que otorga el estatus de ciudadanía, y por lo tanto, la homofobia no existe. Por lo que no tendría sentido tener una política antidiscriminación.

En su rancio proyecto político, Éric Zemmour –un outsider recién llegado desde la televisión, conocido por sus opiniones misóginas y antiinmigración–, comparte una visión parecida a la de Marine Le Pen sobre los homosexuales: son un lobby. Se ha declarado en contra de las acciones de sensibilización escolar, tachándolas de pura propaganda. Para él la bullying homofóbico se resuelve con que los niños sean identificados y vigilados por los profesores.[11] Stop Homophobie, la asociación pro LGBT demandó al polemista por difamación agravada por sus opiniones homofóbicas vertidas en un encuentro en 2019, el candidato tendrá que comparecer en tribunales en 2023. [12] Por lo que su programa político no representa un avance en materia de derechos ni de combate a los prejuicios.

Jean-Luc Mélenchon, el candidato de izquierda, se considera como un aliado de la causa de la diversidad sexual desde hace más de 30 años. Dos incidentes para entender la postura de Mélenchon. En 2020, tres huelguistas son acusados de injurias homofóbicas contra uno de sus compañeros, Mélenchon les defiende: “¡No estamos en un salón de té! Estamos en la lucha (…) ¿Quiere que le haga una lista de las groserías que los franceses usan todos los días? No son homofóbicos. Por supuesto que deben poner atención a lo que dicen, pero el que no se haya equivocado jamás que lance la primera piedra”.[13] Melenchon está a favor de los derechos de la comunidad LGBT+, sin embargo, en el terreno del combate a la homofobia las respuestas de Mélenchon no apuntan a cambios sustanciales en las políticas actuales. Cuando se cuestiona a su partido sobre cómo avanzar en el problema la respuesta es demasiado vaga y se desvía el tema.[14]

En conclusión, los latinoamericanos solemos pensar que Francia es un modelo a seguir en cualquier ámbito –y ciertamente tienen políticas públicas y avances en materia de derechos humanos notables–, pero el combate a la homofobia es un reto compartido entre países desarrollados y en vías de desarrollo. Con el crecimiento de la extrema derecha, los proyectos antiderechos y el lenguaje de odio afloran. Lamentablemente, a excepción del partido en el poder ninguna de las otras plataformas políticas parece ofrecer políticas verosímiles para el combate a la homofobia. Y en general, aunque la sociedad civil tiene una agenda en materia de lucha a la discriminación y los prejuicios, las instituciones partidísticas no han traducido dichas demandas en proyectos legislativos ni de gobierno. 

[1] Testimonio recogido en SOS Homophobie, Reporte sobre la LGBTfobia 2021, París, Mayo 2021, p. 84. [traducción propia]. https://bit.ly/3w1Kg66

[2] Service Publique, “Homophobie: quels sont vos droits en tant que victime?”, https://www.service-public.fr/particuliers/vosdroits/F35456

[3] Loc. cit.

[4] Observatoire des inegalités, “Le nombre de crimes et délits anti-LGBT en hausse par rapport à 2016”, 17 mai 2021, https://bit.ly/3vZWSLn

[5] SOS Homophobie, op. cit, p. 116-118.

[6] France Info, “Loi homophobe en Hongrie: Emmanuel Macron dénonce un texte ‘totalement contraire à nos valeurs et à notre droit’”, 25 mai 2021, https://bit.ly/3JiEpNA. [traducción propia].

[7] Adrien Naselli, “MACRON. Entretien exclusif: Emmanuel Macron et son programme (tiède) pour les LGBT”, 24 avril 2017, Revue Têtu, https://bit.ly/3u5nmIN.

[8] Ministère chargé de l’égalité entre les femmes et les hommes, de la diversité et de l’égalité des chances, “Discours de Madame Élisabeth Moreno – Lancement du Plan National d’Actions LGBT+”, 14 octobre 2020, https://bit.ly/3JjaFQN.

[9] Gouvernement de la France, “Suivi du plan d’actions et indicateurs” sur Plan national d’actions pour l’égalité, 2020, p. 47. https://bit.ly/35ZyKOd.

[10] Marine Le Pen, “Mariage homosexuel: la lobbycratie ne doit pas remplacer la démocratie”, Communiqué de Presse, 22 novembre 2012, https://bit.ly/3CNdgQD.

[11] Julien Sellier, “Lutte contre l’homophobie à l`école: On n’est pas là pour faire de la propagande: dit Zemmour,” RTL, 13 janvier 2022, https://bit.ly/3tcEY6c.

[12] Ouest France, “Présidentielle, Éric Zemmour jugé en 2023 pour des propos sur les féministes et les LGBT”, 14 janvier 2022, https://bit.ly/3MWG91x.

[13] Liberation,

[14] Stop Homophobie, “Dépenalisation universelle de l’homosexualité: la France Insoumise répond à notre appel”, 14 avril 2017, https://bit.ly/35WszKX

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Un esbozo: El panorama económico 2022

Un esbozo: El panorama económico 2022

Por: Mario Rodríguez Ramon

La recuperación económica de la pandemia ha seguido un ritmo acelerado durante los primeros meses de apertura gradual en distintas regiones del mundo, sin embargo, la aparición y subsecuente propagación de nuevas variantes aunada a los problemas de distribución y otros factores se han traducido en una notable desaceleración. Entrado el 2022 resulta importante observar las perspectivas para el presente y siguiente año en materia económica, así como las dificultades a las que se enfrentan las diferentes regiones del mundo.

Los pronósticos del Fondo Monetario Internacional se ha centrado en un cambio a la baja en el crecimiento mundial que para 2021 se situó en 5.9% para quedar en un 4.9% para 2022. Mientras que el Banco Mundial en su informe sobre perspectivas económicas estima un 5.5% y un 4.1% respectivamente, y para 2023 prevé un crecimiento de 3.2%. De manera similar los diferentes pronósticos son consistentes en esta desaceleración que se ha comportado de manera diferente en los países desarrollados cuyas principales problemáticas giran entorno a os problemas de suministro y las economías en desarrollo que enfrentan problemas derivados de la propagación de nuevas variantes y de problemas dinámicos a consecuencia de la pandemia. Es evidente que la discusión sobre qué políticas son adecuadas se ha acentuado y el margen de maniobra es cada vez más reducido. Las decisiones que se tomen durante el próximo año resultarán de suma importancia no sólo para el futuro inmediato sino que tendrán implicaciones directas en la economía mundial, la desigualdad, y el bienestar de la población.

Otra cuestión relevante es que en el mundo posterior a la pandemia enfrentaremos problemas acentuados por la misma. Desde los inicios de la crisis sanitaria era evidente la relación de la misma con las desigualdades, observábamos las enormes brechas que cobraban la vida de las personas con menores ingresos y pocas capacidades para hacer frente a la crisis y el aumento en la riqueza de los multimillonarios y las élites privilegiadas. En este contexto y a fecha de 2022, de acuerdo con el reporte Las desigualdades matan de OXFAM con motivo de la Agenda de Davos del Fondo Económico Mundial, se estima que las diez fortunas más grandes del mundo durante la pandemia han crecido a un ritmo de 15, 000 dólares por segundo, 1, 300 millones de dólares al día mientras sabemos que hoy se contabilizan 160 millones de han caído en la pobreza. ¿Qué tan grande es esa brecha? Bueno, si ese reducido grupo perdiera el 99.999% de su riqueza aún estarían por encima del 99% de la población mundial. Sin mencionar las implicaciones apabullantes de la crisis sobre la desigualdad hacía las mujeres, la desigualdad racial y la crisis climática cuyos principales responsables son ahora más ricos y poderosos que nunca.

La concentración de riqueza que ya venía mostrando signos alarmantes es obscena. A pesar de las recomendaciones del FMI y de la OCDE ningún país se ha puesto en marcha para implementar impuestos sobre la riqueza. Es importante porque esta recuperación no será una recuperación para todos. Se trata de una elección, de elegir la desigualdad. Se trata de elegir políticas y legislaciones que sistémicamente contribuyen a aumentar las desigualdades existentes. Haber desaprovechado una oportunidad de oro, dado que si una pandemia global no llevó a replantearse el modelo económico actual y las problemáticas sociales, difícilmente algo lo logrará.

“La pandemia ha sacado a la luz la codicia y las oportunidades económicas y políticas que han convertido estas desigualdades extremas en un instrumento de violencia económica” declaraba con motivo del informe Gabriela Bucher, directora ejecutiva de OXFAM Internacional. Los estudios y los informes parecen no encontrar receptores en las altas cupulas encargadas de implementar las decisiones capaces de generar un cambio. Los millones de gritos y suplicios no entran en los oídos de nadie, no llegan a escuchas ocupados con el ruido de sus ganancias, a nadie le interesa en el caos y la velocidad de un mundo enajenado. Mientras quienes conscientes de la gravedad de los problemas parece que sólo pueden sentarse a observar como el mundo se destruye. En la literatura de Juan Carlos Onetti el autor crea la figura del indiferente moral, un tipo de personaje que parece emanar naturalmente de un entorno corrompido, donde impera la impunidad, la violencia, la desigualdad y la injusticia, donde la vida se desarrolla en circunstancias terribles. Un tipo de personaje que acaba por sentirse ajeno a los problemas de su entorno. No se enfrasca en discusiones, ni en debates políticos e ignora su responsabilidad ciudadana. Convencido de que aquella es una batalla perdida y por lo tanto elije no darla.


Referencias.

– Banco Mundial, “Perspectivas económicas 2022”, Disponible en: https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/36519/9781464817601.pdf

–   Fondo Monetario Internacional, “Informes de perspectivas sobre la economía mundial”, Disponible en: https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2021/10/12/world-economic-outlook-october-2021

– OXFAM, “Las desigualdades matan”, Disponible en: https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621341/bp-inequality-kills-170122-es.pdf;jsessionid=47C8DD5CB4E91880FC73032AC77B85FA?sequence=5

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