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China y África: en la era del consumo en masa

Leonardo Gutiérrez

“More Chinese have come to Africa in the past ten years

than Europeans in the past 400”

Sanou Mbaye, ex-funcionario

del Banco Africano de Desarrollo1

China Town en Johannesburgo, Sudáfrica.2

Si en pleno 2018 uno caminara por las calles de Adís Abeba difícilmente podría creer que hace apenas veinte años, desde la capital etíope, se dirigió una cruenta guerra fronteriza con sus recién independizados vecinos de Eritrea, que dejó como saldo más de 100,000 muertos entre ambos Estados. Al día de hoy, en la Flor Nueva3 florecen rascacielos más rápido que las cosechas de café en las zonas rurales del país, acompañados por nuevos centros comerciales, fábricas de ropa, cemento, alimentos procesados y la particular adopción desde el año 2015 de las dos líneas del Tren Ligero. No obstante, probablemente el monumento más grande de la renaciente capital es la nueva sede de la Unión Africana. Una imponente obra desde la cual se buscará liderar el desarrollo económico, político y social del continente entero.

     

Claramente proyectos colosales requieren apoyo y financiamiento de la misma o mayor magnitud y sólo una nación en la actualidad posee el suficiente capital para realizar proyectos de tal envergadura, no sólo en Etiopía, sino en todo el continente africano. Por supuesto, me refiero a la República Popular China (RPC), cuyas cuantiosas inversiones han transformado las estructuras económicas del continente, con sus subsecuentes cambios sociales y políticos

     El objetivo de este escrito es identificar y analizar los factores estructurales en el sistema internacional que han propiciado el acercamiento y la dependencia entre China y África para promover su crecimiento económico en los últimos años, además de las repercusiones positivas y negativas para las poblaciones africanas, quienes nuevamente se encuentran a merced de otra potencia global en busca de materias primas.

EL ASCENSO DE LA NUEVA POTENCIA EN ÁFRICA

Desde que se realizaron las reformas económicas lideradas por Deng Xiaoping en los años setenta, la nación asiática se convirtió en un polo de inversión para las múltiples compañías extranjeras, que se beneficiaron de las facilidades que otorgó el gobierno para asentarse en su territorio. Una virtualmente infinita mano de obra y abundantes recursos naturales, es decir, una oportunidad insólita para satisfacer las demandas de bienes por parte de los consumidores en Estados Unidos y Europa occidental. De esta forma el proceso de industrialización chino despegó hasta convertirse en el mayor proveedor de manufacturas del mundo.

     Por otra parte, en los años noventa, el colapso de la Unión Soviética se tradujo en la necesidad por parte de las naciones al margen de la contienda bipolar de integrarse al nuevo modelo económico universal, regido por el libre comercio y en donde la República Popular China (RPC) tenía un peso cada vez más preponderante. De esta forma, en los primeros años del nuevo siglo, ante el aumento de demanda china por materias primas y el interés que perdió el continente africano al finalizar la Guerra Fría, Beijing aumentó su presencia en el continente gracias a sus cuantiosas inversiones focalizadas en extraer recursos de la región.4

 

¿QUÉ BUSCA CHINA?

 

La industria china ha crecido de manera exponencial en los últimos años y su insaciabilidad de materias primas se ha concentrado en satisfacer las necesidades de la creciente clase media mundial o simplemente para aquellos que pueden adquirir los bienes manufacturados más básicos. Para completar estos objetivos, cada Estado del continente africano ha estado un papel estratégico al momento de proveer recursos.

     En primer lugar se encuentran los alimentos. En países como Uganda, Senegal, Tanzania y la República Democrática del Congo, Beijing ha comprado amplias extensiones de tierra, con la intención de crear tierras de cultivo o ganado para posteriormente exportar los alimentos a su nación, por ejemplo: soya, haba de soja, maíz, trigo, cerdo, pollo y res. Evidentemente esto ha conllevado una tremenda deforestación en estas zonas del continente.

     Prácticamente África puede cumplir todas las necesidades de materias primas del gigante asiático, desde metales de lujo como diamantes, oro y plata, hasta elementos industriales como cobre, estaño, aluminio y hierro, todos se encuentran a lo largo y ancho del continente Para el caso de los energéticos, el carbón, el gas y esencialmente el petróleo han jugado un papel vital para la RPC, pues alrededor de un tercio de sus demandas energéticas son cubiertas por las Estados africanas, particularmente Sudán, Angola, Gabón y Nigeria.

     En tercer lugar encontramos la búsqueda de nuevos mercados y mano de obra. La primera debido a la necesidad de expandir y vender artículos chinos, con el objetivo de aumentar los consumidores e ingresos de las grandes corporaciones más allá de las fronteras del continente asiático. La segunda se debe a la falta de medidas laborales y de seguridad por parte de las naciones africanas para proteger a sus trabajadores, como los ínfimos salarios. Esto provoca bajos costos de producción, que han alentado el asentamiento de un mayor número de compañías chinas en suelo africano.

     Por último, Beijing ha creado una red de alianzas en el continente que le han brindado su apoyo en diferentes negociaciones internacionales. Sin embargo, el tema que más relevancia ha cobrado es el referente a la República de China (ROC), también conocida como Taiwán y su estatus diplomático.5 En la actualidad, con el rompimiento de relaciones diplomáticas entre Burkina Faso y la ROC en mayo de 2018, sólo una nación africana reconoce a Taiwán como única y legítima portadora de la soberanía del pueblo chino: Suazilandia, ahora conocido como eSwatini.6

     Probablemente este es el mejor ejemplo de cómo la diplomacia del yuan ha alterado la dinámica diplomática y política en el continente.

Un trabajador chino observa mientras los lugareños cruzan un sitio de construcción en Viana, Angola.7

EL DESARROLLO ECONÓMICO AFRICANO

Hoy en día los recursos destinados por Beijing en materia de inversión, ayuda y cooperación son mayores a los destinados por Estados Unidos y Europa en conjunto.8 Evidentemente, y como se ha mencionado, estos recursos han mejorado las capacidades económicas y administrativas de las naciones africanas. No obstante, las inversiones han traído problemas colaterales no previstos o simplemente omitidos por ambas partes.

     El primero de ellos es el dominio de los productos chinos sobre los productos nacionales. Una mayor cantidad de la población ha tenido acceso a nuevos bienes que, gracias a su abaratamiento, se volvieron accesibles para estratos con poco poder adquisitivo. Sin embargo, las incipientes industrias nacionales del continente no han sido capaces de competir contra los precios bajos de sus competidores foráneos y eso ha resultado el cierre y desmantelamiento de buena parte de la industria africana. Además, a mediano y largo plazo, esto puede generar una fuerte dependencia de las naciones africanas en las que en un futuro cercano tanto la oferta como las preferencias de los consumidores se centren en productos chinos y con ello, aumentarían las dificultades para los nacionales de establecer su propia industria. Si bien el Estado debería regular la competencia entre productos chinos y nacionales, en la mayoría de los casos los líderes africanos han preferido alinearse con Beijing.

     En segundo lugar, la dependencia que genera la concentración económica en la exportación de materias primas, aunado a las fluctuaciones que sufren sus precios en el mercado internacional supone un problema fundamental para las economías africanas. Quizás el ejemplo más paradigmático es la dependencia petrolera de Nigeria. Una nación que obtiene casi su totalidad de los ingresos petroleros y que desde el año 2014, a raíz de la caída en los precios del petróleo, ha registrado tasas de crecimiento económico mínimas, historia que se repite una y otra vez a lo largo del continente. La solución ideal sería diversificar sus economías, ya sea con la descentralización de sus commodities, la producción de bienes manufacturados o su inserción al sector de servicios.

     Probablemente la manera más creativa y ecológica de promover su desarrollo económico son los ambiciosos proyectos de “las economías del conocimiento” en Ruanda, Ghana y Tanzania, donde se busca crear focos de desarrollo basados en Tecnologías de la Información.9 Naturalmente son proyectos complejos que no resolverán todos los problemas que aquejan a estas naciones, pero son una buena opción para una economía global cada vez conectada.

LA OLVIDADA VARIABLE DEMOGRÁFICA

Considero necesario resaltar un elemento que no ha cobrado la importancia necesaria en los medios de comunicación y que es fundamental para entender el desarrollo a futuro del continente africano: su explosión demográfica. En el año 2010, la población del continente era de aproximadamente mil millones de personas, mientras las proyecciones moderadas de las Naciones Unidas estiman que para el año 2040 la población será de alrededor de dos mil millones y para el año 2060 de tres mil millones.10 Si el día de hoy países como Nigeria y la República Democrática del Congo enfrentan graves problemas sociales, económicos y políticos, las proyecciones estiman que para el año 2050 Nigeria será el cuarto país más poblado del mundo con 400 millones de habitantes y la RDC el décimo con 200 millones. La situación es aún más dramática en naciones constituidas, prácticamente en su totalidad, por desiertos como Somalia, Níger y Chad, que en la actualidad tienen las tasas de natalidad más altas del mundo y su Índice de Desarrollo Humano se encuentra entre los 5 más bajos de los 188 países que estudia la ONU.11

     La pregunta más importante que surge de esta situación es cómo estas tres naciones, por mencionar sólo algunos ejemplos dentro del inmenso continente africano, podrán dotar a sus ciudadanos de las necesidades más básicas cuando las estimaciones más optimistas estiman que, al menos para el año 2050, cada una duplicará su población. Cómo una nación como Níger, sin salida al mar, con cantidades ínfimas de agua, sin tierras cultivables, sin importantes recursos naturales, más que un poco de uranio, y bajo una constante desertificación podrá satisfacer las demandas de 70 millones de habitantes en el año 2050.

     Quizás está situación podría parecer un tema lejano para las distintas regiones del globo, pero tal y como lo ha demostrado Chin,a no es así. De una u otra forma la explotación de caucho, madera, coltán y uranio, en el ejemplo de los tres países, se ha dedicado a satisfacer las necesidades industriales de agentes foráneos, dejando a las poblaciones locales sin recursos y sin ganancias significativas por su trabajo. A fin de cuentas, el consumo supone quitarle la posibilidad a otro ser vivo, sea humano o no, de satisfacer sus necesidades y durante años el continente entero ha sido saqueado para satisfacer un consumo masivo y exógeno, mientras que las naciones del continente pierden su sustento económico y ecológico a raíz de una vorágine industrial asiática.

LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR CHINA

Desde los años cincuenta, y a raíz de las múltiples intervenciones extranjeras que vivió China en los últimos siglos, uno de los principios rectores de su política exterior ha sido la no intervención en asuntos internos de otros Estados.12 A diferencia de los Estados europeos en el siglo XIX y de Estados Unidos junto con la Unión Soviética en el siglo XX, a la RPC no le interesa intervenir e imponer un modelo económico y político fuera de sus fronteras. Su interés radica en el comercio.

     Probablemente la gran diferencia con el firmamento liberal, representado en el Consenso de Washington, es que Beijing rompe con dos preceptos fundamentales e interrelacionados para Occidente: democracia y libre comercio. Ambos manifestados en la fuerte intervención por parte del Estado chino en la economía y en su peculiar sistema político guiado bajo el modelo de partido único.

     Esta situación abre todo tipo de oportunidades para que Beijing apoye regímenes dictatoriales en Sudán, Eritrea, Yibuti o Zimbabwe A pesar de que Occidente lanza fuertes críticas cada vez que se reúnen líderes de estas naciones con sus contrapartes chinos, no puede olvidarse la innumerable cantidad de dictadores que ellos mismos apoyaron en cuestiones financieras y políticas en cada rincón del mundo, particularmente en África, durante la Guerra Fría. Naturalmente esto no le da ninguna legitimidad a Beijing para apoyar este tipo de gobiernos, pero es curioso que en la supuesta era de la hegemonía democrática liberal, un polo de desarrollo alternativo ha surgido rechazando los elementos clásicos del actual modelo internacional y no sólo eso, ha prosperado y ha expandido su influencia por todo el globo, donde claramente África no es la excepción. No obstante, a pesar de su manifiesto respeto a la soberanía Estatal, la RPC empieza a seguir el camino de las potencias que la precedieron y lentamente empieza a interferir a favor de sus connacionales y de sus intereses.

     Un factor reciente en el campo de la política militar de Beijing es el establecimiento de su primera base militar en el extranjero, cuya importancia radica en dos ejes. El primero es su ubicación, concretamente en la pequeña de nación de Yibuti, localizada en el Cuerno de África, una zona estratégica para vigilar las rutas de comercio internacional. El segundo reside en el peso que significa una base militar para las naciones del continente. Mientras los Estados africanos y sus poblaciones tengan relaciones cordiales con el gigante asiático, no hay razones para que se inquieten, pero en los últimos años se han desatado varios ataques contra las instalaciones de trabajo chinas y múltiples protestas en países como Sudáfrica, Etiopía y Zambia en contra de su presencia y su explotación laboral. Naturalmente Beijing defenderá a sus nacionales, pero aún queda abierta la pregunta sobre qué pasará cuando alguna situación liquide la paciencia de la nueva potencia.

     Un caso paradigmático del creciente intervencionismo chino es Zambia. Nación poseedora de cuantiosas reservas de cobre, que es explotado en su mayoría por empresas chinas. Ante el creciente descontento de la población y los abusos por parte de los contratistas chinos apoyados por las autoridades locales, emergió el líder sindicalista Michael Sata, quien adoptó un discurso crítico en contra de las decisiones provenientes Beijing y se convirtió en presidente de su nación después de su tercera candidatura a la presidencia en el año 2011. Si bien falleció a los tres años de llegar al poder, y años antes había moderado su discurso, no deja de sorprender la campaña de desprestigio por parte de los inversionistas chinos y sus constantes amenazas de retirar sus inversiones de la nación africana en caso de que Sata tomará la presidencia.13 Un evento que más allá de representar una particularidad podría convertirse en la norma en un futuro cercano.

     Por último, resultan increíbles los paralelismos de la RPC con el desarrollo económico de las potencias occidentales en los siglos XIX y XX, que a través de la fuerza o de compañías transnacionales conquistaron nuevos mercados, mano de obra y materias primas. Aunque Beijing no posee un imperio colonial, tiene una creciente zona de influencia alrededor del globo, con compañías nacionales cada vez más fuertes y con una creciente independencia política respecto de sus autoridades nacionales. Todo legitimado bajo la cooperación, el comercio y la industria.

CONSIDERACIONES FINALES

Es innegable la creciente preponderancia que ejerce Beijing en África y su papel fundamental para fomentar el crecimiento económico de este continente. De igual forma, a pesar de todas las críticas que he resaltado a lo largo de este escrito, resulta difícil pensar en cómo los Estados africanos podrían activar sus economías tomando en cuenta todos los problemas que deben afrontar, como lo son: sociedades multiétnicas, multilingüísticas, territorios geográficamente diversos, y en algunos casos, debilidades fiscales, fronteras artificiales y una reciente independencia.

     En general, la RPC ha jugado un papel fundamental para fomentar las economías del continente, pero la inversión extranjera no puede por sí sola paliar las deficiencias y carencias que enfrentan estas naciones. El gasto público y la correcta administración de los recursos extranjeros deben enfocarse en promover y mejorar la calidad de vida de sus habitantes mediante la inversión en salud, educación, vivienda, alimentación, comunicaciones, infraestructura y todo aquello que recae fuera de los intereses foráneos, que corresponden a un sector muy limitado del desarrollo y velan por más por sus intereses económicos que los concernientes al país en el que invierten.

     En todo el continente están naciendo Flores Nuevas al mismo tiempo que se deforestan las selvas. Surgen rascacielos, a costa de las minas y la explotación antes encarnada en la esclavitud y trabajos forzadas, regresó en jornadas laborales de 14 horas. No debemos olvidar que aunque parece lejano, nuestra demanda es lo que alimenta las fábricas en Asia, que a su vez se alimentan con materias primas africanas, obtenidas, claro, con mano de obra nativa. Estamos acostumbrados a juzgar el producto, pero no su producción. Dejamos de relacionarnos por vínculos sociales a conectarnos por cadenas de producción.

     Hace mucho, África dejó de existir sólo en los mapas y a pesar de que aún parece una tierra lejana, ahora, más que nunca, se encuentra en lo que vestimos, usamos y, quiero creer, en lo que pensamos.

  1. The Economist, “Trying to Pull Together: The Chinese in Africa”, https://www.economist.com/briefing/2011/04/20/trying-to-pull-together, consultado el 28 de agosto de 2018.
  2. Quartz, “Chinese migrants have changed the face of South Africa. Now they’re leaving.”, 30 de abril de 2017, https://qz.com/africa/940619/chinese-traders-changed-south-africa-now-theyre-leaving/, consultado el 28 de agosto de 2018.
  3. El nombre de la capital Adís Abeba proviene del amárico y significa Flor Nueva.
  4. La Guerra Fría fue un conflicto de dimensiones globales en la segundo mitad del siglo XX en la que sus dos contendientes, Estados Unidos y la Unión Soviética, lucharon indirectamente por imponer un sistema político y económico global único. Además, cada zona del mundo tenía un papel estratégico, pues cada país podría convertirse en un foco de expansión para uno de los dos contendientes. Al terminar la Guerra Fría, casi la totalidad del continente africano perdió su sentido estratégico y con ello se generó un vacío de poder.
  5. Desde el triunfo de los comunistas en 1949 hay una fuerte disputa entre la RPC y la ROC por definir quién es el heredero de la soberanía nacional. Si bien la RPC tiene un control mucho más fuerte, la disputa aún continúa. Romer Cornejo, “China y Taiwán: explorando nuevas relaciones” en su libro China: Radiografía de una potencia en ascenso, México, El Colegio de México, 2008, pp. 597-601.
  6. El Reino de eSwatini es el único Estado africano que reconoce a la ROC como legítima representante de la soberanía china. Desde principios del 2018 el país pasó oficialmente de llamarse Suazilandia a eSwatini. Reuters, “China wins back Burkina Faso, urges Taiwan’s last African ally to follow”, https://www.reuters.com/article/us-china-burkina/china-wins-back-burkina-faso-urges-taiwans-last-african-ally-to-follow-idUSKCN1IR09W, consultado el 28 de agosto de 2018.
  7. Council on Foreign Relations, “China in Africa”, 12 de julio de 2017, https://www.cfr.org/backgrounder/china-africa, consultado el 28 de agosto de 2018.
  8. Robert Rotberg, Africa Emerges, Londres, Polity Press, 2013, p. 155.
  9. Chris Alden, et al. (eds.), China Returns to Africa, Nueva York, Columbia University Press, 2008, p. 340.
  10. Todas las cifras sobre estimaciones de población y tasas de natalidad pueden consultarse en el siguiente apartado. UN, “Population Division: World Population Prospects 2017”, https://esa.un.org/unpd/wpp/Download/Standard/Population/, consultado el 28 de agosto de 2018.
  11. El índice de Desarrollo Humano toma en cuenta aspectos de salud, educación e ingreso para medir el nivel de desarrollo de los Estados miembros de la ONU. En el caso de Somalia, la última medición se realizó en el año 2012 y los resultados arrojaron un IDH entre los 5 más bajos del mundo. Desde entonces y debido a la falta de información y a la inestabilidad en el país no se ha podido realizar otra vez la medición. PNUD, “Informe sobre Desarrollo Humano 2016: Desarrollo humano para todas las personas”, http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2016_report_spanish_web.pdf, consultado el 28 de agosto de 2018.
  12. R. Cornejo, op.cit., p. 311.
  13. Meine Pieter van Dijk, The New Presence of China in Africa, Amsterdam University Press, 2009, p.117-125.