Crónica de un colapso: el declive de la democracia en Venezuela

Las noticias sobre Venezuela que circulan por el mundo durante los últimos años retratan un panorama sombrío. Una mirada rápida a algunos indicadores como la inflación, la devaluación del bolívar, el grado de endeudamiento gubernamental y los niveles de pobreza hacen difícil ignorar una severa crisis económica. En el ámbito político las cosas no son mejores. Un informe de la organización Human Rights Watch expone la presencia de grupos armados que controlan varias áreas de la sociedad, altos niveles de impunidad y corrupción, así como la persecución y encarcelamiento constantes de opositores al régimen, lo que va en detrimento de las libertades civiles y políticas básicas[1]. Lo anterior sirve para explicar la migración masiva de venezolanxs en búsqueda de mejores condiciones de vida, pues se calcula que alrededor de 5.4 millones de personas han huido del país desde 2014[2]. Bajo ese contexto, este texto se centrará en el fenómeno político y, por lo tanto, aquí se pretende dar cuenta de cómo se gestó el quiebre democrático en el país sudamericano.
Venezuela fue un país democrático durante casi cuatro décadas. En 1958, después de derrocado el militar Marco Pérez Jiménez, los partidos AD (Acción Democrática), COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente) y URD (Unión Republicana Democrática) firmaron el Pacto de Punto Fijo, en el cual se comprometían a respetar las elecciones independientemente del resultado. Luego de un periodo de consolidación democrática, se empezó a hablar de la existencia de un sistema bipartidista[3], pues AD y COPEI se convirtieron en los partidos más importantes y se alternaban en el poder.
No obstante, en la década de 1980 Venezuela entró en un periodo de crisis económica caracterizada por altas tasas de inflación y desempleo, en parte por el desplome de los precios de petróleo[4]. Esto dio paso a una situación paradójica: al haber mayor desempleo y pobreza, los grupos vulnerables necesitaban cada vez más de la asistencia estatal, pero el gobierno, al ver reducidos sus ingresos, se mostró incapaz de proveerla a todos los ciudadanos. Conviene entonces hacer referencia a la tesis de Jana Morgan, quien argumenta que el colapso del sistema de partidos se debió, sobre todo, al debilitamiento de los vínculos entre la sociedad y partidos políticos. El gobierno nacional, ya fuera dirigido por AD o COPEI, enfrentó obstáculos para formular políticas que resolvieran los grandes problemas del país, tanto por la reducción de las arcas públicas como por cierta presión internacional a disminuir el gasto social[5].
Bajo ese estado de cosas aparece Hugo Chávez Frías. Antes de que llegara al poder había sido oficial del ejército, desde donde impulsó acciones en contra de los gobiernos establecidos democráticamente: valga mencionar que en 1992 lideró un golpe de Estado en contra del presidente Carlos Andrés Pérez (AD), empresa en la que fracasó y, consecuentemente, fue encarcelado. Dos años después fue liberado y más tarde formó el partido Movimiento Quinta República, el cual lo postuló a la presidencia en los comicios de 1998; su triunfo en dichas elecciones se debió en gran medida a que lxs ciudadanxs vieron en esa nueva organización y en Chávez una alternativa a los partidos tradicionales que se mostraban incapaces de satisfacer sus demandas. Ya investido como presidente de Venezuela, una de sus primeras acciones fue proponer una serie de reformas a la Constitución, las cuales fueron implementadas debido a que fueron aprobadas vía referéndum. De hecho, la Carta Magna vigente es producto de esas reformas.
El desprecio a las reglas democráticas del juego así como la concentración excesiva del poder en una sola persona caracterizaron el mandato de Chávez hasta su muerte en 2013. De acuerdo a Mondino, tres sucesos sirven para fundamentar tal aseveración: primero, aunque carente de las facultades para hacerlo, suspendió provisionalmente un referéndum revocatorio que la oposición organizó, el cual se realizó finalmente en 2004 y terminó por ser un referéndum ratificatorio; en segundo lugar, la aprobación de la Ley Habilitante de 2007 le permitió al presidente extender sus atribuciones y con ello consolidar el control sobre casi todos los sectores del sistema venezolano; por último, su perpetuación en el poder se formalizó con la Primera Enmienda a la Constitución de 2009, la cual posibilita la reelección inmediata de cualquier persona que ocupe un cargo de elección popular[6]. Después de su fallecimiento, Chávez fue sucedido por Nicolás Maduro, con quien las crisis económica y política se han recrudecido.
Decir que el ocaso de la democracia venezolana se debe sólo a la obras y legado de un personaje constituye un análisis simple y de poco alcance. En su lugar, habría que examinar las debilidades que tenía el sistema de partidos tradicional y cómo éstas se exacerbaron ante un contexto de depresión económica. Sólo así se puede comprender que tales condiciones posibilitaron la llegada al poder de un líder que mostró poco respeto a los valores democráticos. Quizás no importa tanto el nombre de Chávez como las fuerzas que propiciaron su apuntalamiento. Aunque hechos como los de Myanmar podrían hacernos pensar que la democracia se desmonta mediante procesos rápidos y violentos, como un golpe de Estado, el caso de Venezuela es un ejemplo de que “en la actualidad, el retroceso democrático empieza en las urnas”[7].
[1] Human Rights Watch, World Report 2021 (Nueva York: HRW, 2021), 732-742.
[2] United Nations High Comissioner for Refugees, “Venezuela situation”, UNHCR, https://www.unhcr.org/venezuela-emergency.html (consultado el 07 de abril de 2021).
[3] Miriam Kornblith y Daniel Levine, “Venezuela: The Life and Times of the Party System” en Building Democratic Institutions: Parties and Party Systems in Latin America (Stanford: Stanford Univeristy Press, 1995).
[4] Terry Lyn Karl, The Paradox of Plenty: Oil Booms and Petro-states (Berkeley: University of California Press, 1997).
[5] Jana Morgan, “Deterioration and Polarization of Party Politics in Venezuela” en Party Systems in Latin America: Institutionalization, Decay and Collapse (Nueva York: Cambridge University Press, 2018).
[6] Luciano Mondino, “Autopsia a la democracia venezolana. Tres momentos que llevaron a la muerte del orden democrático”, Agenda Internacional 27, no. 38 (2020): p.249.
[7] Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, How Democracies Die (Nueva York: Crown, 2018), p.11.