Desigualdad: reto regional

El 14 de abril de 2020 el periódico colombiano El Tiempo informó sobre las banderas rojas que los habitantes de Popoyán, Colombia, colocaban en sus ventanas[1], una práctica que comenzó a las afueras de Bogotá. Estas banderas (que en realidad eran cualquier tela roja que se tuviera en casa) eran un grito desesperado frente al confinamiento que recién había iniciado el 24 de marzo. Éste mostraba su más dramático efecto: el hambre. Las banderas llamaban a la solidaridad de los vecinos y pedían ayuda gubernamental para quienes habían perdido sus ingresos y para los estudiantes que no tenían los medios para continuar con sus estudios desde casa. Las banderas rojas rápidamente se replicaron por todo el país suramericano, se escribió de ellas en The Washington Post[2] y la historia recorrió el mundo.
Por otro lado, Luis Carlos Sarmiento, el hombre más rico de Colombia y dueño del periódico El Tiempo, en marzo de 2020, de acuerdo con la revista Forbes[3], alcanzó una fortuna de 9.100 millones de dólares. Por esas mismas fechas donó 20 millones de dólares para contribuir a la contención del virus. Su donativo representó, aproximadamente, el 0.2 por ciento de su fortuna[4].
Las banderas rojas como un grito de auxilio frente al hambre y el multimillonario haciendo una pequeña donación de su gran fortuna, son escenas que se replicaron en toda Latinoamérica. El contraste de las desigualdades que no han sido atendidas y que muestran sus efectos en medio de la crisis. Los gobiernos de la región han tenido que responder a la pandemia con recursos limitados para implementar apoyos, la gran informalidad laboral, los débiles sistemas de salud y la escasez de conexión y medios digitales para garantizar la educación a distancia.
El virus que llegó por los aeropuertos se extendió y caló más profundo entre las personas más pobres y, por tanto, más vulnerables. Vulnerables porque viven en condiciones donde el distanciamiento físico es imposible, fueron obligadas a seguir trabajando o no contaron con los ahorros suficientes para dejar de hacerlo, nunca se pudieron resguardar. Para que al final resultaran contagiadas y esperaran por horas una cama y un respirador que nunca llegó, porque no había suficientes. En Latinoamérica nunca hay suficiente para quienes menos tienen.
No lo hay porque la desigualdad está en todas partes y se manifiesta en todos los ámbitos, es multidimensional. La crisis que ahora vivimos la va a incrementar. Mientras que la CEPAL calcula que al menos 11.6 millones de personas perderán su empleo por el confinamiento y 28.7 millones caerán en situación de pobreza[5]; entre marzo y junio de 2020, ocho latinoamericanos se integraron a la lista de los multimillonarios de Forbes[6]. De acuerdo con la CEPAL, el índice de Gini, en especial en las economías más grandes de la región, retrocederá a niveles similares al año 2000. Los esfuerzos de dos décadas por disminuir las desigualdades estarán perdidos.
Esfuerzos que no eran suficientes, pues nunca se formó un Estado de Bienestar sólido en la región. En parte, de nuevo, por la escasez de recursos económicos para construirlo y mantenerlo. Y no se podrá cimentar en tanto se tengan en Latinoamérica recaudaciones fiscales tan raquíticas, regresivas y con huecos que permiten la evasión, la condonación o la salida de las fortunas a paraísos fiscales.
El cobro de impuestos disminuirá a consecuencia del cierre masivo de pequeñas y medianas empresas, las cuales no han podido sobrevivir al confinamiento, lejos están de tener la tranquilidad y el beneficio como los grandes multimillonarios de la región. Por esto, se pueden ver al menos tres grandes retos: disminuir el impacto de la caída de la recaudación, obtener el suficiente dinero para emprender medidas de apoyo y rescate, y comenzar a consolidar un proyecto de Estado de Bienestar. Poder librar estos desafíos implica dejar de privilegiar a las élites económicas para atender los intereses y demandas de la sociedad.
En general, la respuesta de los gobiernos latinoamericanos ha sido insuficiente desde el inicio del confinamiento, sin embargo, no se debe detener la exigencia por reformas fiscales que a corto y mediano plazo tengan un impacto positivo en la vida de la población. Resulta inaceptable que el costo de la crisis, una vez más, sea pagado por las personas más pobres. El costo debe recaer sobre quienes se han visto menos afectado o, incluso, beneficiados.
Como propuso Oxfam[7], se pudieron crear nuevas figuras tributarias para financiar inmediatamente apoyos, transferencias y estímulos. Por ejemplo, impuestos extraordinarios a las grandes fortunas y a las corporaciones que han tenido ganancias superiores durante el confinamiento. No debería permitir que unos cuantos ensanchen sus fortunas frente a la adversidad que la mayoría enfrenta.
Nuevas exigencias y visiones deben ser parte de la reactivación económica a la que eventualmente está entrando Latinoamérica. No se deben abandonar las demandas por fortalecer la protección social y los sistemas de salud y educación, que sólo se logra por medio de una mejor recaudación. Si para reactivar la economía se opta por hacer más pequeño al Estado y dejar las políticas sociales, la región tendrá otra década pérdida en combate a la desigualdad.
Es el momento de dejar los donativos y el altruismo de los multimillonarios, porque ellos deben pagar impuestos. Sólo así se podrá garantizar la protección del Estado, imposible con las limitaciones que hoy tiene. Las banderas rojas que gritan por ayuda no deben ser el costo de permanecer en el selecto grupo de los multimillonarios de Forbes.
[1] Redacción El Tiempo, “En un sector de Popayán sacan banderas rojas para pedir mercados”, El Tiempo, Abril 14, 2020, https://www.eltiempo.com/colombia/cali/en-un-sector-de-popayan-sacan-banderas-rojas-pidiendo-comida-483478.
[2] Ana Vanessa Herrero, “Las banderas rojas de Colombia”, The Washington Post, Mayo 12, 20202, https://www.washingtonpost.com/es/world/2020/05/12/las-banderas-rojas-de-colombia/?arc404=true
[3] “World’s Billionaires List. The Richest in 2020”, Forbes, accedido el Marzo 30, 2020, https://www.forbes.com/billionaires/.
[4] Agencia EFE, “Luis Carlos Sarmiento, el hombre más rico de Colombia, dona USD 20 millones para atender la pandemia”, El Comercio, Marzo 30, 2020, https://www.elcomercio.com/actualidad/sarmiento-rico-colombia-donacion-coronavirus.html.
[5] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), El desafío social en tiempos
del COVID-19 (CEPAL, 2020), 1-4, https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45527/S2000325_es.pdf.
[6] Oxfam Internacional, ¿Quién paga la cuenta? Gravar la riqueza para enfrentar la crisis de la COVID-19 en América Latina y el Caribe (Oxfam Internacional, 2020), 3-4, https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621033/bp-quien-paga-la-cuenta-covid-19-270720-es.pdf.
[7] Oxfam Internacional, ¿Quién paga la cuenta? Gravar la riqueza para enfrentar la crisis de la COVID-19 en América Latina y el Caribe, 12-19.