Migrar es un derecho humano

Carlos Uriel López Buburrón Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
“Migrar es un derecho humano”, se lee en el antimonumento que recuerda a las víctimas de la masacre de San Fernando. El 22 de agosto de 2020 se colocó el antimonumento en Paseo de la Reforma, Ciudad de México, una de las avenidas más transitadas del país y frente a la embajada de Estados Unidos para recordar la responsabilidad de ambos países en la ejecución de los 58 hombre y las 14 mujeres de origen centroamericano el 22 de agosto de 2010 a unos kilómetros de San Fernando, Tamaulipas.[1] A más de diez años de este terrible hecho no ha llegado la justicia, ni la reparación, y las graves violaciones a los derechos humanos de las personas migrantes en México se repiten constantemente.
A pesar de que en 2011 se publicó la nueva Ley de Migración con un enfoque más apegado al respecto y la protección de los derechos humanos, las condiciones de las personas migrantes que transitan por México no han cambiado. La presidencia de Trump dejó claro que el escenario sería difícil; deportar a más personas era una promesa de gobierno, separar a padres e hijos una práctica común, y amagar al gobierno mexicano con pagar el muro una constante. En 2018 surgieron las caravanas migrantes, organizadas para viajar en conjunto desde Centroamérica hasta Estados Unidos con el fin de protegerse de la violencia y los grupos criminales mexicanos, y presionar a los gobiernos para brindar asistencia.[2]