En 2018 se volvió tendencia la noticia de que migrantes latinoamericanos estaban siendo “enjaulados” cuando entraban a Estados Unidos. En México, esta noticia resonó mucho por la cercanía de ambos países y debido a que la mayoría de los inmigrantes mexicanos se van a Estados Unidos, incluso hay gente que trabaja allá para mantener a su familia que sigue en México. Uno de los actos más difundidos fue que los niños fueron separados de sus padres y puestos en “jaulas”. La instalación de migración en Texas es conocida como “La Perrera” por los inmigrantes debido a las jaulas que dejaron de albergar sólo adultos y ahora tenían también niños separados de sus padres[1].
A pesar de que, ciertamente, son reprobables los tratos hacia los migrantes en la frontera norte, no consideramos (no siempre al menos) la forma en la que México, históricamente, a tratado a los migrantes. A demás de todo lo que los migrantes viven en su trayecto por México para alcanzar el sueño americano – agresiones físicas, violaciones, hambre, sed, maltrato, etc.- los que se quedan, tampoco han sido siempre tratados con calidez. En este caso, me refiero a los migrantes chinos de la primera mitad del siglo XX.
Entre el 11 y el 15 de mayo de 1911 en Torreón, Coahuila hubo una matanza de chinos por los maderistas. El libro Jamás, nadie de Beatriz Rivas cuenta, desde un punto de vista personal, la experiencia de un joven chino que ve morir a sus parientes a manos de mexicanos. Aunque la de Rivas es una historia ficticia, los hechos fueron ciertos. Lo grave no es sólo el trato a los migrantes, sino las actitudes arraigadas que están en el fondo. Hoy, nos quejamos de las frases de Trump sobre los mexicanos, en específico, pero debemos recordar frases como “chinos cochinos”, con que mexicanos acosaron a los chinos durante años, aun después de la Revolución Mexicana. Los negocios chinos eran despreciados, ellos mismos eran excluidos (en ciertos estados más que en otros) y, en ocasiones, hasta perseguidos[2].
Si suena conocida la frase “no se admiten negros”, debemos saber que en locales mexicanos en el siglo XX (sí, el siglo pasado) había carteles en los que se leía “No se admiten chinos”; si suena familiar la Ley de Pase que se les impuso a los Bantúes en Sudáfrica durante el Apartheid o la creación de los Townships (barrios solo para negros) del mismo periodo, en México se crearon la Ley 27, que establecía barrios chinos delimitados y las leyes 100 y 113, que establecían la necesidad de una tarjeta de identificación para los extranjeros[3]. Y, para demostrar la xenofobia que existía en el país se puede citar a José Vasconcelos que escribió: “todos los pueblos del mundo tendrán que agradecer a Mussolini y a Hitler el haber cambiado la faz de la historia”[4].
Esta frase que se ha usado tanto para referir al desprecio hacia los latinos en estados Unidos: “nos quitan nuestros trabajos”, fue usada en México para referirse a los chinos. Hoy lo hemos olvidado, pero se pensaba lo mismo de ellos aquí, que lo que se piensa, hoy, de nosotros en Estados Unidos.
[1] BBC News Mundo, “Cómo son las “jaulas” donde Estados Unidos pone a los niños hijos de inmigrantes indocumentados que llegan a Texas”, BBC News, junio 18, 2018, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-44528183.
[2] Rivas, Beatriz, Jamás, nadie, (Ciudad: Alfaguara, 2017).
[3] Rivas, Jamás, nadie, pp. 128-129
[4] Rivas, Jamás, nadie, pp. 140
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