Quédate el tiempo que quieras, Bernie

Caricatura: The New Yorker.
Le llamaron Birdie Sanders a ese pequeño pájaro que se posó (sólo unos instantes) sobre el atrio donde Bernie Sanders daba un discurso en Portland, Oregón. Milagroso, decían. Mother nature did her endorsement yesterday, afirmaron varios medios al día siguiente. Ahora, “milagro” y “asombro” sólo se leen dentro de preguntas que giran entorno a lo mismo: ¿por qué Sanders sigue en campaña cuando la batalla por la candidatura está casi perdida?
Antes de llegar a esa pregunta, pensemos brevemente en las posibles razones por las cuales el antes senador por Vermont ha casi perdido: su falta de empatía con los votantes de las minorías del sur (en especial latinos y afroamericanos); su poco compromiso con los demócratas mayores de treinta años. Sin duda, podemos contar las políticas poco realistas que planeaba implementar.
No me malentiendan. Definitivamente apoyo y entiendo lo positivo de la la educación universitaria gratuita, la creación de un sistema universal de salud pública y el desmantelamiento de las gigantescas corporaciones en Wall Street. Todo está muy bien. Pero hay que tener en cuenta que si el Affordable Care Act de Barack Obama casi reduce su presidencia a una lucha campal en el Congreso, ¿qué puede hacer el senador Sanders —incluso con la madre naturaleza de su lado—, frente a unos republicanos que han probado ser más obstinados que conscientes? No pretendo que se olviden estos temas, pero si uno compite para ser el “líder del mundo libre”, por lo menos se espera que el olfato político de Sanders lo haga mucho más consciente sobre las posibilidades de llevar sus propuestas a los despachos de Mitch McConnell, Kevin McCarthy y demás Grand Old Partiers.
A pesar de todo, hay un sinnúmero de razones por las cuales admirar al brooklynite que ha hecho vibrar las redes sociales. La más importante de todas es una que puede explicar por qué no se ha retirado de la contienda: la reforma de la agenda demócrata. Para la “izquierda” estadounidense, los temas más importantes a los que se enfrenta la sociedad sólo pueden solucionarse con el crecimiento de la presencia del Estado en asuntos que son tabú en un DC tradicionalmente “liberal”. Los problemas son conocidos: la injusta acumulación de la riqueza en 1% de la población; el acceso a la educación universitaria condicionado a la adquisición de deudas enormes; un sistema de salud público ineficiente, caro, limitado.
Así, el que Bernie Sanders siga ganando delegados puede significar un poder de negociación mucho más grande en la convención nacional demócrata que se llevará acabo a finales de julio en Pensilvania. Con Hillary amenazada de tener un caos similar al que Eugene McCarthy causó en 1968 en los floors de la convención, Sanders tiene todas las de ganar para negociar con los Clinton y los líderes de partido para establecer sus intereses en la agenda demócrata. Después de todo, Sanders no está solo. La senadora Elizabeth Warren es más relevante para la elección; tanto, que cada vez se rumora más sobre su posible nominación a la vice presidencia dentro del equipo Clinton.
No es por molestar a Hillary ni por terquedad. No es una locura gastar el dinero de los donantes en una campaña que sólo da patadas de ahogado desde el terrible fracaso en Nueva York. Bernie tiene un sueño y está dispuesto a hacer todo para cumplirlo, justo como aquel joven que cambió la política norteamericana en 2008.
Publicado el 20 de mayo de 2016
____________________________________________
* Estudiante de Política y Administración Pública en el Colmex.