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Sesión 6

¿Hacia dónde va la política exterior de México?

Viernes 15 de mayo de 2015
12:00 hrs

Información de la sesión

Introducción
¿Hacia dónde va la política exterior de México?

Rafael Alejandro Zamora González


La turbulencia y el caos que hemos vivido en los últimos años contrastan con la relativa estabilidad bipolar de la segunda mitad del siglo XX. Tras la caída del bloque soviético, pasamos de un mundo con intereses claramente divididos a un corto periodo de estabilidad unipolar en el que Estados Unidos surgió como la potencia hegemónica. Es precisamente en este contexto que gran parte de la actual política exterior de México fue definida a finales del siglo pasado.

La adopción de medidas de corte neoclásico encaminadas a una economía de mercado y la consecuente liberalización de la economía mexicana definieron el rumbo de la política exterior del país. La libertad de comercio se convirtió en un leitmotiv para México, como evidencian los numerosos tratados comerciales que firmado —entre los que cabe destacar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Asimismo hubo cambios en la posición oficial respecto a los derechos humanos. Anteriormente se tenía una diplomacia inclinada hacia el fortalecimiento del multilateralismo, al codificación y el desarrollo del derecho internacional, pero que, como apuntan Covarrubias y Saltalamacchia, subrayaba la defensa de los intereses y los derechos de los Estados, lo que resultó en un multilateralismo tradicional o de corte estado-céntrico, así como en la falta de derechos humanos en las relaciones bilaterales. A finales de siglo se pasó de una interpretación rígida del principio de soberanía y de no intervención en los asuntos internos del país a una apertura al escrutinio crítico por parte de diversos actores internacionales (como ONGs de derechos humanos) y a una participación más activa en los foro multilaterales de derechos humanos. Sin embargo, esta apertura y el discurso de compromiso no han robustecido la defensa de derechos humanos en el país aún hoy en día.


DEBILITAMIENTO DE ESTADOS UNIDOS Y OCCIDENTE EN LA ESCENA INTERNACIONAL

Ahora bien, los intentos de Estados Unidos por “exportar la democracia”, o más bien sus espectaculares fracasos, han tenido consecuencias directas en su papel en la política internacional. Hoy, bajo el mandato de Obama, Estados Unidos ya no quiere incurrir por si solo en los costos que implica ser líder mundial. Las experiencias más recientes de Estados Unidos en intervenciones en otros países han provocado que tanto el apoyo internacional cuanto interno para iniciativas estadunidenses hayan disminuido (como lo ejemplifica el caso de Siria y la utilización de drones ). En cuanto a la cuestión económica, desde la firma del TLCAN (poniendo de lado por un momento su efectividad y costos) y hasta 2012, el comercio entre Estados Unidos y México se multiplicó por cinco, y los flujos de inversión por seis. Sin embargo, la participación de América del Norte en el comercio mundial pasó de un preponderante 36% en 2001 a menos de 29% hoy en día, y continúa en declive. A pesar de que la economía internacional pareció reponerse de la crisis de 2008 a mediados de 2012, ésta ha crecido con cautelosa debilidad; particularmente la estadounidense y la europea.

NUEVA APUESTA: MIRAR HACIA ORIENTE

En contraste, China no se vio afectada de la misma manera, ya que logró mantener una tasa de crecimiento de su PIB en 9.2%.Aunque se le prevé un crecimiento más modesto, desde hace unos meses este país se posicionó como la primera economía del mundo, de acuerdo con las estimaciones del Producto Interno Bruto ajustado a la paridad del poder adquisitivo (PIB PPP).
Es así que tenemos el resurgimiento de no sólo China, sino Asia en su conjunto, con un papel mucho más importante que aquél que tuvo en el siglo XX. Sin embargo, hasta ahora México ha obtenido muy pocos beneficios de la expansión del consumo en China, tomando en consideración la creciente demanda de minerales y energéticos, el cambio en los patrones de alimentación y el surgimiento de una clase media y con altas posibilidades de consumo en el mercado chino. Si bien se han tomado pasos en esa dirección, (como la creación de la Comisión Binacional México – China tras la visita del primer ministro Wen Jiabao a México en 2004), hace falta considerar el continente asiático en general. Queda al aire la pregunta de si México debe hacer esto de manera individual, a través de más tratados de libre comercio bilaterales, como ha hecho hasta ahora, o si debe optar en su lugar por una estrategia colectiva a través de tratados multilaterales.

RETOMAR NORTEAMÉRICA

Si bien Asia del Este conforma 22% del PIB mundial, América del Norte aún aporta 29% (contrastado con un 28% de Europa). Aunque definitivamente Asia es prioridad, el que Canadá, Estados Unidos y México se acerquen en conjunto a la región Asia-Pacífico podría traer beneficios mayores al mantenerse como el bloque más grande.
Es por esto que la propuesta en este sentido debe ir encaminada a darle continuidad a las negociaciones del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés), el cual es un tratado multilateral de libre comercio, cuyo objetivo es liberalizar el comercio en la región Asia-Pacifico a través de la reducción de las barreras al comercio y a la inversión para avanzar hacia la creación de la que sería la nueva más grande área de libre comercio del mundo.

Asimismo, en defensa de esta propuesta de ir como región (Norteamérica) en estas negociaciones, cabe tener en mente que México es el tercer mayor socio comercial de Estados Unidos, y éste a su vez es su mayor socio comercial. Alrededor de 80% de las exportaciones mexicanas cruzan la frontera hacia el norte, y éste es la fuente principal de inversión extranjera directa en México. Es necesario retomar los esfuerzos por entendernos con Estados Unidos. Sin embargo, es que la relación está definida por una asimetría de poder. Si bien hay un nivel de interlocución sin precedentes en la relación bilateral, a este diálogo le hace falta una verdadera confianza recíproca. A pesar de que ésta es la interacción bilateral más grande a nivel mundial, al menos en términos cuantitativos, se ve reducida a la protección consular de nacionales. No se ha sabido aprovechar el cambio de la política unilateral del presidente George W. Bush al discurso de “responsabilidad compartida” del presidente Obama. La colaboración entre ambos países se ha visto limitada a los esfuerzos en materia de seguridad, que se reflejan en la Iniciativa Mérida emprendida por el presidente Felipe Calderón. Se debería ir más allá de la retórica y crear una verdadera relación bilateral, sin miedo a incidir en la política interna de Estados Unidos (por ejemplo, a través de cabilderos en el Congreso de Estados Unidos, como se hizo durante las negociaciones del TLCAN).

OTRAS ÁREAS DE OPORTUNIDAD

Por último, cabe mencionar que hay oportunidades regionales en la política exterior. Es menester tener en mente a América Latina: por una parte, retomar el liderazgo perdido en Centroamérica para buscar y participar en soluciones a problemas que la aquejan; por otra, aprovechar la cercanía y el entendimiento cultural con países en fuerte desarrollo como Brasil, en lugar de verlos sólo como rivales. Respecto a Europa, dado el contexto de una mala imagen debido a la situación de derechos humanos en el México, se puede aprovechar la oportunidad para dar un golpe de timón y reposicionar al país. Pero esto no se logrará si no hay verdaderos cambios internos de fondo, más allá de sólo una campaña publicitaria. 
Relatoría
La séptima sesión del Seminario Permanente de Política Exterior Mexicana, “¿Hacia dónde se dirige la política exterior de México?”, tuvo como invitados a la Embajadora emérita Rosario Green y el Embajador Ernesto Céspedes. Fue Rosario Green quien dio inicio al Seminario con comentarios sobra la 69° asamblea de la ONU; asamblea que tomó lugar en septiembre de 2014. En ésta, señaló Green, Peña Nieto destacó la participación de México en dos ámbitos: Organizaciones para el Mantenimiento de la Paz (OMPs) y la reforma del Consejo.

Green señala que una OMP debe cumplir con tres condiciones para ser clasificada como tal: en primer lugar, ser sancionada por el gobierno del país en donde se desplegará; en segundo, ser mandatada por el Consejo de Seguridad; finalmente, la OMP debe tener un objetivo claro y una duración precisa (que podrá ser prolongada de acuerdo al desarrollo de la operación). Ejemplos de países que participan activamente en OMPs son Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Guatemala, etc.

Aunque inicialmente las OMPs tuvieron un objetivo muy preciso (crear condiciones para una mediación militar), con el paso del tiempo se entendió la necesidad de aliviar múltiples objetivos: así, una operación que anteriormente había sido fundamentalmente militar introdujo expertos en derechos humanos, desarrollo económico social, infantes, equidad de género, etc. De pronto las OMPs abarcaron problemas que, consideraban, impedían la paz en sociedad.

Sobre el caso de la reforma del Consejo, el Presidente Peña Nieto anunció que México participaría activamente en las negociaciones que puedan llevar a una democratización del Consejo. México, junto con otros países bajo el nombre de “Unidos por el Consenso”, busca ampliar el Consejo a veinticinco o veintiséis miembros no permanentes. Añadido a la reforma del Consejo, México ha otorgado apoyo financiero a Líbano, Jordania y Turquía para auxiliarlos en la atención de miles de refugiados en el conflicto sirio; lo anterior, señala la Embajadora emérita, convierte a México en actor con responsabilidad global.

¿Es la frase “México con responsabilidad global” un intento para que la Cancillería vuelva a retomar las riendas de sus capacidades políticas en la región, o es sólo un eslogan que continúa con la inercia diplomática de los últimos dos sexenios panistas? Green opina que es algo que va más allá de la primera opción; ser un actor con responsabilidad global concierne asumir riesgos y salir del área de confort, ir más allá de la forma tradicional de operar.

Green hizo hincapié, de igual manera, en la Alianza del Pacífico: ésta representa para México una oportunidad real de ampliar sus relaciones comerciales; además, supone adoptar posición de liderazgo frente a un nuevo modelo de inversión en el contexto de otros mecanismos aparentemente agotados. Al comprometerse con mecanismos de integración regional tan ágiles y efectivos como la AP, México supera la exigencia de la contigüidad geográfica entre sus miembros para traer a escena otro tipo de amalgama.

Aunque los comentarios del Embajador Céspedes fueron más breves que los de la Dra. Green, éstos fueron igualmente relevantes. El ponente afirmó contundentemente que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) no es el único actor del Estado para planear, conducir e instrumentar la política exterior. Antes, sin embargo, remarcó los objetivos generales de México delineados en el Plan de Desarrollo; alcanzar su máximo potencial mediante cinco metas nacionales: paz, inclusión, educación de calidad, prosperidad y responsabilidad global.

En cuanto a los demás actores esenciales para instrumentar política exterior, Céspedes ejemplificó con el intercambio educativo que se mantiene con EEUU (“Proyecta 100,000”); gracias a éste, la educación nacional se ha visto grandemente enriquecida. La implementación de los intereses dentro del marco, señaló el Embajador, es complementaria a los elementos formales y normativos.

El objetivo general del Presidente Peña Nieto está resumido en la quinta meta ya mencionada (responsabilidad global). En ésta se explican las labores de la SRE con sus excepciones: el libre comercio y las inversiones nacionales, que corresponden a la SE, y la protección de extranjeros en México— que, dirían empleados de la Secretaría, corresponde a la Gobernación. Cuando se habla de política exterior mexicana de manera tan general, concluyó Céspedes, es indispensable conocer y delinear la gran variedad de rubros bilaterales y multilaterales.
Biografía de los ponentes

María del Rosario Green Macías

Es Licenciada en Relaciones Internacionales por la UNAM y Maestra en Economía por el Colegio de México y la Universidad de Columbia, donde también hizo un curso de posgrado sobre estudios latinoamericanos. Tiene dos doctorados honoris causa: en Ciencias Humanas por la Universidad de New Rochelle, (Nueva York) y en Leyes por la Universidad Tufts, (Massachusetts).
Ha sido profesora e investigadora del Colegio de México, la UNAM y la UIA, directora general del Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, presidenta de la Fundación Colosio. Fue embajadora de México en la República Democrática Alemana, secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, subsecretaria de Relaciones Exteriores, subsecretaria adjunta para Asuntos Políticos de la ONU y senadora de la República por el Partido Revolucionario Institucional.

Ernesto Céspedes

Es miembro de la carrera de Servicio Exterior Mexicano (Embajador). Obtuvo la licenciatura en Economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuenta con el grado de Maestría en Políticas Públicas Internacionales por la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins en Washington, D.C; y con la Maestría en Seguridad y Defensa nacionales, otorgado por la Universidad del Ejército y la Fuerza Aérea.

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